Me gusta ver el arte que se plasma en los tatuajes, pero nunca me había pasado por la mente hacerme uno.

Eso de pintarme el cuerpo de forma permanente, siempre me ha parecido algo fuerte.

Sin embargo, admito que Raymond Arrieta me puso a pensar.

¡Qué gran detalle el de tatuar su cuerpo para siempre con un emblema alusivo a sus 10 años de entrega y sacrificio en las caminatas a beneficio del Hospital Oncológico!

Estoy segura de que, al igual que yo, Raymond no es necesariamente es un súper fanático de los tatuajes, pero supo hacer la excepción en el mejor momento y de la mejor forma.

Este gesto va más allá de lo hermoso del diseño que ahora adorna permanentemente su piel, hábilmente realizado por el gran Juan Salgado.

Estoy segura de que por más empeño que Juan ponga para que la tinta quede radiante, lo realmente bello para Raymond siempre será su significado.

Ahí, en ese diseño sobre su brazo, tendrá tatuado el cariño mostrado por nuestro pueblo a su paso por la Isla, los callos de sus pies y las quemaduras en su piel, tras horas de caminatas intensas bajo el sol, las sonrisas de esperanzas y los abrazos de tantas personas, que se identificarnos con tan noble iniciativa.

Sin duda, la caminata de Raymond quedará para la historia como uno de los gestos más significativos que artista alguno haya realizado en beneficio de una causa.

Me alegra mucho que decidiera llevar consigo hasta sus últimos días de vida un emblema tan importante y significativo tatuado sobre su piel.

Bueno, si algo me ha enseñado la vida en su caminar es a nunca descartar de forma absoluta las cosas.

Una vez dije que jamás me haría un tatuaje. Hoy Raymond me ha puesto a pensar. No tiene que verse mucho, algo sencillo y bonito, preferiblemente con la firma de Don Juan Salgado. Tengo que encontrar el motivo, ya veremos. 

¡Aplausos nuevamente para ese gran puertorriqueño: Raymond Arrieta!