Además de pasar unos días con la familia y reflexionar, aproveché la semana pasada para ir temprano al gimnasio. 

Una de las mañanas acordé con unas amigas encontrarnos para “cotorrear” un ratito mientras tomábamos café. 

Allí llegué todavía agitada por la rutina de cardio, con los cachetes colora’os y acompañada de mis viejos leggings negros, los cuales frecuentan el gimnasio un poquito más de lo que deberían. 

Como veníamos de gimnasios distintos, cada cual comenzó describiendo la rutina que habíamos hecho en la mañana, siempre exagerando un poquito para impresionar. 

Eso es normal en estas conversaciones de gimnasio, hablamos de ejercicios y nutrición. Pero lo que resultó diferente, curioso y a la vez preocupante es que todas contamos una historia de un conocido cercano que a temprana edad -menores de 45 años-, había sufrido un infarto cardiaco; un “tucu tucu” como le dicen en casa. 

Aquel “tucu tucu” nos sirvió de alarma a todas, quienes de forma independiente, pero al mismo tiempo, habíamos sacado cita para los adultos de la familia con el cardiólogo. 

De pronto cualquier dolorcito asusta y qué bien, pues a nuestra edad debemos estar seguros de que todo anda bien en nuestro cuerpo, incluyendo la “tubería” que transporta nuestra sangre y el corazón. 

Esa visita al cardiólogo es compulsoria para todos. Si bien hay unos factores de riesgo, como lo es el sobrepeso, la verdad es que todos, sin excepciones, debemos ir a ver al cardiólogo. 

Buscamos información sobre rutina de ejercicios y buena alimentación, pero a casi todos se nos olvida la evaluación médica. 

Bueno, sin ánimo de asustar, los conocidos que han sufrido un “tucu tucu” en las pasadas semanas, además de ser jóvenes, estaban saludables y no estaban sobrepeso. 

El gimnasio y la buena alimentación tienen que acompañarse de exámenes médicos periódicos.

Esto nos aplica a todos, pero muy en particular a quienes presentan factores de riesgo, como sobrepeso, historial familiar de problemas cardiacos, diabetes, fuman o tienen la presión y el colesterol elevados. 

Mi cardiólogo, Luis Molinari, hace énfasis en el monitoreo de la presión, pues esta muchas veces se eleva sin presentar síntomas, por eso la llaman el “asesino silencioso”. 

En algunos pacientes un simple dolor de cabeza frecuente o en la parte posterior del cuello pueden ser los únicos síntomas que nos avisan que pudiéramos tener la presión elevada. Así que mucho ojo. 

Con el colesterol me dice el doctor que pasa lo mismo, no da síntomas, solo te enteras si te haces los laboratorios y el primer síntoma (o evento) puede ser un infarto o un derrame cerebral. 

El síntoma principal para saber si algo anda mal con la “tubería del corazón” es el clásico dolor de pecho, también la fatiga o falta de aire es otra alerta común, me dice Súper Molinari, a quien si no lo conoces como cardiólogo debes haberlo visto sentado en el banco de nuestro equipo nacional de baloncesto. 

Mi esposo le dice “el amuleto”, porque dice que le trae suerte al equipo. 

Bueno, aquí les dejé algunas orejitas que “Moli”, quien además es mi pana, me compartió, para que en tu lista de cosas por hacer pongas los exámenes médicos que te ayuden a evitar un “tucu tucu”.