Llamo a mi papá todos los días, sin falta. Me gusta saber que está bien, además hablar del tema que quiera; lo disfruto muchísimo. Me tenía intrigada durante los pasados días pues cada vez que iba a colgar me decía: “Cuando vengas a casa que no se me olvide enseñarte algo”. Al llegar a su casa en Cidra no me dejó ni bajarme de la guagua. Sacó de inmediato una caja que guardaba en su clóset  y al abrirla me dice: “Se parecen a los que usa Wisin el reguetonero, ¿qué te parecen?”, me preguntó papi mientras me enseñaba unos extravagantes tenis ¡color plateados y aniquela’os!

Ay madre! Los tennis nuevos de Pa. ?? Esta lucío.

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Tuve que disimular el estado de shock para poder decirle que estaban curiosos. Fue lo que se me ocurrió. “Curiosas no, están chulos y estoy pensado ponérmelos cuando salga a dar una vuelta por ahí con el compay Willie”, su compinche de jangueo los fines de semana. Aunque los tenis me dejaron sin aliento por unos segundos, y él se enterará al leer esta columna, me alegra mucho que se los haya comprado. Me alegra aún más que esté planificando usarlos. 

Esa tiene que ser la actitud, el paso de los años no debe inhibirnos de hacer las cosas que disfrutamos. Esa es la verdadera fuente de la juventud, mantenerse haciendo lo que a uno le gusta. Da gusto ver gente de 60 años o más cargando con sus tablas de surfear luego de haber pasado horas entre las olas. Muchos guardan el inconfundible surfer look  y hablan con los más jóvenes su misma jerga. Como en los surfers, las canas también las vemos trotando por la carreteras, haciendo jogging y en sus bicicletas. Hay quienes preparan sus carritos para dar la vuelta los domingos o las motoras para ir de chinchorro en chinchorro. 

En un medio digital internacional presentaron la historia  de la señora Sadie Sellers, de 79 años. La abuela se escapó del centro de cuido donde reside con una de sus 11 nietos para  hacerse su primer tatuaje. Cuando le preguntaron a la abuelita sobre qué pensaría su familia, luego de soltar en tono de broma una palabrota contestó con picardía: “Cuando llegas a mi edad tienes que vivir la vida al máximo todos los días”. Si eso hace feliz a la señora, bien por ella, que se dé la oportunidad de disfrutar esa etapa tan bonita de su vida.

Abundan los buenos ejemplos de quienes han decidido vivirse la vida de rabo a cabo. Por ahí los vemos siempre sonrientes, optimistas y llenos de sueños. Dándonos cátedra a quienes con menos primaveras mostramos en ocasiones menos vitalidad y entusiasmo hacia la vida. 

La verdadera fuente de la juventud no se encuentra en pastillas ni cremas milagrosas. Tampoco en cirugías ni tratamientos antiaging.  Es en la actitud que decidimos asumir ante el inevitable paso del tiempo. A viejos y viejas todos llegaremos; el estado de ánimo que nos acompañe dependerá de nosotros.