Me encantó la historia que reseñó la prensa sobre el padre de la novia que se detiene en su marcha rumbo al altar para buscar al padrastro y pedirle que los acompañara. 

“Para mí, agradecerle por todos estos años en que ayudó en la crianza de nuestra hija no es suficiente. No hay mejor manera para agradecerle que pedirle que me asistiera en caminarla durante el desfile”. dijo el padre muy orgulloso.

El padrastro le confesó a la reportera que se le debilitaron las rodillas y comenzó a llorar. “Fue el momento más impactante de mi vida”, expresó. 

¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bravo!  Así tiene que ser. Una muestra de amor gigante de este superpadre que será recordada por su hija durante el resto de su vida. Hay quienes lamentablemente hacen todo lo contrario por coraje; no se dan cuenta de que atentan contra la felicidad de lo que más quieren.

Por más difícil que haya sido la separación, cuando hay hijos tenemos que buscar la forma de tender puentes con nuestra ex pareja, sus familiares y todos los que formen parte del nuevo entorno. A todos nos conviene, pero sobre todo a nuestros hijos, que reine un ambiente de cordialidad y respeto. 

Conozco de casos en que papá y padrastro tienen una comunicación excelente. Incluso se llaman en la semana y se ayudan el uno al otro. Los hijos de cada cual se tratan todos como familia para hacer que se reduzcan  al mínimo los efectos que puede causar la separación familiar. Otros, por el contrario, se resisten a soltar las armas. Desde que firman el documento de divorcio hasta que la muerte los sorprende optan por vivir con el ceño fruncido. Viven para hacerle daño a su ex pareja, importándoles poco el efecto que pueda esto tener en sus hijos. Catalogan como traición cualquier intento de armonía de algún familiar y sin ningún remordimiento expresan alegría cuando algo malo le pasa a su ex pareja, olvidando que es también padre o madre de sus hijos. 

Tenemos que evitar colocarnos en esa posición. Es necesario reconocer que hay situaciones en que a pesar de intentarlo todo, simplemente resulta imposible. Los importante es eso, intentarlo todo. 

Nadie se casa pensando en divorciarse. Al revés, pensamos que es imposible que ese amor pudiera en algún momento desaparecer. La dura realidad es que las separaciones son hoy más comunes que nunca. Un proceso que debe ser muy duro y difícil, acompañado siempre de intensas emociones.

Ayuda siempre resaltar las historias de gente común y corriente que ante una realidad que pudiera ser la nuestra responde de forma tan digna y correcta. 

Estoy segura de que cuando pase el tiempo la novia olvidará muchos detalles de la boda como la lista de invitados, lo que dijeron en el brindis, quién agarró la liga y quién se ajumó. Pero nunca saldrá de su mente la imagen de sus dos padres caminando juntos al altar.