Como mucha gente, el domingo separé la noche para ver los Grammy por Telemundo.

La razón principal era la misma de todos los puertorriqueños: ver a Luis Fonsi, Daddy Yankee y Zuleyka Rivera juntos en el escenario, robándose el show.

Por poco llego tarde, pues salía de comer algo en San Patricio y para variar se me perdió el “condena’o” ticket de estacionamiento.

¡Siempre me pasa lo mismo! Por más que lo guardo y procuro no perderlo, la cartera se lo traga como si fuera el triángulo de las Bermudas. Bueno, logré resolver y llegar justo a tiempo.

Christian Nieves ya estaba en pantalla y su cuatro se encargó de ponerle sazón boricua a la canción, desde el saque. El sentimiento de orgullo brota automático cuando escuchamos a nuestro cuatro sonar en un escenario tan importante como los Grammy.

De inmediato, el ritmo mágico y arrollador de Despacito se apoderó del escenario y de las salas de todos los que sintonizaba la transmisión del evento. Inevitable no tararear su letra y tratar de bailar con su música.

Me sorprendió mucho que no ganara Canción del Año, premio que fue otorgado al cantante de descendencia boricua Bruno Mars, porque el pasado año, ninguna canción logró el impacto mundial de Despacito.

Recuerdo que tiempo atrás se puso de moda cuestionar las canciones exitosas. Siempre aparecía alguien sin algo que hacer y comenzaba a darle para atrás a los discos para ver qué se escuchaba.

Dentro del sonido distorsionado siempre encontraban algo que parecía ser una mala palabra o una frase que hacía referencia al diablo o el infierno y cosas así.

Una vez llevaron una conferencia de esas a la escuela y estuve sin dormir una semana, obviamente saqué todos los discos del cuarto, por si acaso.

A Despacito hay que hacerle la prueba del Rewind para ver qué encontramos, para ver a qué se debe su éxito. Si esa supuesta prueba fuera real y detectara el DNA de los éxitos musicales, los “caza parafonías” se llevarían tremenda decepción.

Despacito es 100% boricua, eso fue lo que la hizo grande. Su lanzamiento mundial fue desde La Perla en el Viejo San Juan, con un vídeo que ha roto todos los récords en YouTube, en el cual se presenta el rostro del boricua común y corriente, sus costumbres, su cultura. Nada se altera, todo lo contrario, procuraron presentar al boricua tal y como es.

Cuando nos demos cuenta de que proyectarnos tal y como somos es más que suficiente para impactar al mundo, éxitos como Despacito en todas las ramas del quehacer humano serán la norma, no la excepción.

Nuestra cultura es encantadora, reafirmarla con orgullo y con la frente en alto como lo hizo Despacito, nos hace fuerte.

Espero que a nadie se le ocurra perder el tiempo buscándole la quinta pata al gato, pero si alguien aburrido y con tiempo para perder se le ocurriera “darle rewind” a Despacito, sólo escuchará voces orgullosas de su esencia, voces orgullosas de ser puertorriqueños.