Se acabaron las clases y con ella la rutina de llevar temprano los muchachos a la escuela para luego buscarlos por la tarde. Ahora llegó el turno de los campamentos de verano. 

De niña a mami se le hacía un poco más fácil. Todos en el pueblo íbamos al mismo campamento, que si mal no recuerdo lo organizaba la alcaldía.

Nos llevaban temprano a la cancha bajo techo, allí desayunábamos y almorzábamos alimentos de comedores escolares. Las actividades eran la típicas, deportes, la gallinita ciega, esconder y todo lo que se nos ocurriera.

Algo que a la mayoría de los niños les encantaba, pero yo odiaba era una famosa caminata que hacíamos por todo el pueblo, todos en fila, mientras el sol nos achicharraba.

Mami me preparaba un “telmo” con jugo Tang y otro con un hot dog hervido para que se mantuviera tibio hasta la merienda. La pasábamos bien y era un resuelve para los padres y madres que tenían trabajo durante el verano. 

Ahora estoy yo buscándole opciones a mis hijos. Ahora siempre queda un rabito entre el comienzo de los campamentos y el fin de las clases que nos obliga a ser creativos y buscar alternativas.

En esas estoy. Es por eso que vieron la parranda que el corrillo de la urbanización le estaba dando a David el domingo, cuando el pobre intentaba ver el juego de NBA. Así se pasa la casa, llena de muchachos, esperando que suene la campana en los campamentos.

Los campamentos de hoy tienen un reto mayor a la hora de preparar la oferta de entretenimiento que resulte atractiva. Ya no basta con darles una bola para que jueguen, como hacían en mi campamento de niña y funcionaba. Cautivar la atención de los niños de hoy es aún más retante.

El verano es una gran oportunidad para fortalecer destrezas en nuestros hijos que complementen su proceso de formación en la escuela. Es importante que evitemos regímenes muy intensos, pues debe ser también un período de descanso, diversión y compartir familiar.

Es también un periodo de tiempo para que recarguen baterías para el comienzo de clases, es un momento para que la pasen bien, pero que la vez sigan aprendiendo y formándose dentro de las áreas que han demostrado afinidad.

En casa, luego de que terminen estos días de Camp Bernier-Fuentes donde correr por toda la casa y jugar en el patio son las actividades favoritas, los nenes comenzarán en el campamento de bellas artes. Este programa es una gran opción para los niños y niñas que gustan del teatro y las artes.

También alternaré con un campamento de ajedrez para Adrián, quien practica esa disciplina y sus clases diarias de gimnasia. 

Todo un reto hacer el calendario, pero hay que hacer el esfuerzo. Y por supuesto, no importa cuánta energía inviertan durante la mañana y la tarde en sus actividades, siempre les sobrará para llegar a la casa a hacer de las suyas con los vecinos.

Bueno, las visitas tendrán que perdonarme los regueros, pues la casa durante el verano es de los niños.