Se encuentran dos señores ya mayores y graciosísimos con su cabello ya cubierto con el color del algodón y uno le dice al otro: “¡Oye, te ves bien! No le hagas caso a lo que dice la gente”. Y el otro le responde: “Y tú estás como un cañón, ¡pero de los del Morro!”

De inmediato las risas y el abrazo de panas. Cosas como estas convierten mi trabajo semanal en el programa “Como Coco”, que modero junto a Papo Brenes por Sistema TV, en una experiencia única. Cuando llego al primero que veo es a él pegándole algún vellón a nuestra productora Milly Méndez, que no hace otra cosa más que reírse desde que le dio el sí al periodista Julio Rivera Saniel.

El programa está dirigido a informar y entretener a nuestros adultos mayores, pero ha logrado también transformar a todos los que allí trabajamos, desde la directora del canal, Margarita Millán, hasta todos los técnicos y personal de apoyo.

Siempre llegamos contentos, pues es inevitable no contagiarse con el ímpetu y energía que llevan nuestros invitados, quienes acostumbrados a la disciplina de antaño tienden a ser siempre los primeros que llegan bien planchaítos, perfumados y haciéndoles cuentos y chistes a todos los que pasan.

Debo admitir que desde que trabajo en “Como Coco” he aprendido a quejarme menos. Qué mala costumbre la de pensar que nuestros problemas son los más grandes del mundo y que solo son nuestros, que a nadie más les ocurren. “Todo pasa, cualquiera que sea tu problema ya alguien en el mundo lo sufrió y lo superó”, he escuchado decir a algún invitado con la fuerza que tiene haber vivido lo suficiente.

Otro más insinuador en respuesta a algún lamento de pasillo fue directo al hígado. “Échame  todos los problemas que tengas en un saco y te los cambio pelo a pelo por 10 años de vida”. El mensaje es claro: agradece que tienes juventud y enfrenta con valentía tus problemas.

Me sacudió también ser testigo de la boda de una pareja de 63 y 72 años, quienes celebraron de lo lindo junto a sus compañeros en un centro comunal de Guaynabo. “¡Nunca es tarde si la dicha es buena!”, gritaban a los cuatro vientos. Tiraron la liga, bailaron el vals y disfrutaron su luna de miel.  Como en cualquier boda, muchos planes e ilusiones pendientes en su agenda.

Es admirable el espíritu de lucha que muestran, sienten gran orgullo por el tiempo vivido y lo comprenden como una etapa natural de vida. Más importante aún, se han dado cuenta que la mítica fuente de la juventud no es otra cosa que una forma de vida, una actitud. Agradecerle a Dios el privilegio de la vida y no esperar que la felicidad nos encuentre, sino buscarla. Pero buscarla bien, donde realmente está.  A veces está muy cerca o incluso la estamos viviendo y no nos damos cuenta. No debemos permitir que otros definan nuestra felicidad, porque ser  feliz es criterio personal, es un sentimiento muy nuestro.

En “Como Coco” nuestros invitados dan testimonio de que la vida misma en su expresión más sencilla es suficiente motivo para sentir felicidad.