Le he cogido cariño a esto de escribir una columna semanal. Me ha servido para repasar y reflexionar sobre la vida. El “feedback” de la gente en las redes sociales me permite crecer aún más, intercambiar pensamientos y puntos de vista. También reírnos, pues trato de escribir como si estuviera hablando con ustedes, no pretendo otra cosa.

Esta gran oportunidad que llegó repentinamente, gracias a un vídeo de Instagram de mi hija Miranda, así mismo puede irse; por eso trato de disfrutarlo mientras dure.

Ha sido muy retador y en ocasiones he apretado el botón del pánico cuando llegaba esa noche de los jueves y todavía no tenía claro sobre qué iba a escribir. Pero me he acostumbrado. Por eso abrí los ojos en su máxima expresión cuando me llamaron el pasado lunes del periódico para indicarme que la columna ya no saldría más los sábados...

- “¿Cómo? No me digan que me mandaron para los domingos,  día que no sale Primera Hora”.

- “Ahora te tocan los martes”,  aclararon rápidamente para mi tranquilidad y alegría.

Respiré hondo, con satisfacción, y volví a agradecer la oportunidad.  Este tipo de cambio ocurre a menudo en la vida; tenemos que prepararnos para adaptarnos a ellos y tratar de que nos afecten lo menos posible. La mejor forma de afrontarlos es entenderlos como normales. La vida siempre va cambiando, eso la hace interesante. Lo raro es lo contrario, estar mucho tiempo bajo las mismas condiciones.

Cuando repasamos la historia de nuestra vida nos damos cuenta que está llena de momentos de cambios; la mayoría de ellos han sido para nuestro bien. Algunos cambios  han sido por nuestra gestión y voluntad, otros simplemente llegaron. Siempre vienen acompañados de un periodo de ajuste, en ocasiones incómodo, pero que luego se supera y se recuerda. Uno se acostumbra, incluso, a lo que no necesariamente conviene. La partida de aquel novio que tanto nos hizo llorar, ahora vemos que fue necesaria para hoy vivir con la persona a quien amamos. Aquel trabajo que perdimos nos permitió descubrir nuevas pasiones y oportunidades en otras actividades que hoy permiten que nos ganemos la vida. El accidente de carro nos enseñó a ser más cuidadosos; la enfermedad a cuidarnos mejor la salud; la traición de la amiga a ser más selectivos y así  cada situación, por incómoda que sea, siempre trae nuevas oportunidades. “No hay mal que por bien no venga”, dice el refrán.

Ya me ha tocado muchas veces recibir noticias de cambios, cada vez me parecen más normales, aunque no dejan de sorprenderme y requerir ajustes. Hay que verlos siempre como nuevas oportunidades.

Bueno, ahora mi columna saldrá los martes, no sábados. Tendré que hacer mis ajustes. Me tocará escribirla domingo en la noche para entregarla los lunes, lo que me parece será mejor que hacerla jueves por la noche, cuando en ocasiones recibo invitaciones para actividades sociales. Creo tener ahí una ganancia. Falta ahora que los lectores de los martes respondan de la misma forma que lo han hecho ustedes los sábados por los pasados meses. ¡Hay que confiar en que así será!