“Testigo de amor, fuente de sentimiento de los más lindos... Fábrica de sueños e ilusiones donde terminan los debates y aflora la paz.

Lugar de crianza, parque de diversión, escuela y hospital…  Lugar de tregua, escenario neutral, altar de rezos, reflexiones y perdón donde inevitablemente se consumirá  gran parte de la vida, de la parte buena de la vida”.

Este mensaje que escribió mi esposo decora hoy una pared que sirve de espaldar a nuestra cama. 

 Decidí colocarlo luego de una conversación con mi suegro, un profesor de matemáticas retirado y sabio de pueblo. Don David me explicaba cuál había sido su fórmula para vivir una larga vida lleno de felicidad. Entre muchos consejos sencillos y sabios me llamó la atención el siguiente: “Una pareja solidaria, un trabajo que te guste y una buena cama donde dormir, ahí se te va gran parte de la  vida”. 

Lo de la pareja y el trabajo es algo en lo que uno piensa, no así el asunto de la cama, que más bien quiso decir cuarto. Esto parecería de poca importancia, pero en el contexto que el suegro lo dice tiene mucho sentido y obliga a la reflexión. 

Pasaremos irremediablemente entre 6 a 8 horas diarias durmiendo, o sea, 33 por ciento de nuestra vida. A eso hay que sumarle horas adicionales entrando y saliendo del cuarto viendo televisión y compartiendo con nuestros hijos. 

No serán muchos los espacios donde pasemos tanto tiempo en el trayecto de la vida. Es el lugar donde comienza y termina la jornada diaria, de donde debemos salir y regresar sonrientes. Donde mirando hacia el techo recostados sobre el ‘mattress’ surgen las mejores ideas, es decir, planificamos el futuro y soñamos, literalmente.

 Al estar relajados la sensibilidad aflora. Nos comunicamos mejor con nuestras parejas, expresamos el amor de forma más intensa. Igual nuestra conexión con Dios, a quien debemos agradecer al cerrar los ojos en la noche y al abrirlos en la mañana. 

Siempre dejo la puerta abierta para esperar la entrada de mis nenes a medianoche buscando acurrucarse bajo su madre. Es de las cosas que más disfruto.

Por difícil que haya sido el día, por malos ratos que hayamos pasado, debemos tratar de encontrar la calma antes de acostarnos. Platicar con nuestra pareja sobre lo ocurrido en el día, lo bueno y lo malo. No acostarnos peleao’s, tratar de resolver cualquier controversia; debe ser - como menciona el mensaje- un espacio de “tregua”.

Antes de marcharme de Patillas quise repasar con el suegro su consejo sobre todo lo relacionado al cuarto, a la cama. Don David toda la vida ha residido de forma muy sencilla en la misma casa, una en la que encuentras muy pocos arreglos. Así que cuando habla de “una buena cama” no puede referirse a una de calidad, por lo que quise que me aclarara.

“No importa el tamaño del cuarto ni la calidad del ‘mattress’”, hasta en el piso se duerme bien cuando se tiene la conciencia tranquila, cuando se obra bien”.

A eso se refería el suegro. Hay distintas formas de decir lo mismo, pero al final, la fórmula para ser feliz es una.