“Ya no hay turismo, por lo menos durante estas Navidades y quien sabe por cuánto tiempo más”.

Tal fue la sentencia dada por un empleado, quien pidió no ser identificado, de El San Juan Hotel, en el área de Isla Verde en Carolina, uno de los principales centros turísticos del país. Al igual que en el resto de Puerto Rico, el paso del huracán María por la isla el pasado miércoles dejo efectos devastadores en el segmento hospitalario de la región, y amenaza con descarrilar los avances recientes que ha tenido el sector turístico en la frágil economía local.

Una visita ocular de El Nuevo Día por la zona ayer (domingo) reveló propiedades hoteleras seriamente afectadas por el azote del huracán categoría 4 y sus vientos sostenidos de 155 millas por hora, tanto en sus entradas principales hacia la avenida Isla Verde como especialmente en la parte trasera de los hoteles, los cuales miran a las playas y el Océano Atlántico al norte de la isla.

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En varias ocasiones, se pidió hablar con personal gerencial del Intercontinental San Juan, El San Juan Hotel y el Courtyard by Marriott Isla Verde Beach Resort. No obstante, el poco personal presente indicó que los gerenciales y dueños de los distintos hoteles se encontraban reunidos fuera de las respectivas propiedades. En el caso del San Juan Hotel y el Courtyard, se dijo que los gerenciales iban a emitir declaraciones en algún momento hoy.

En el Intercontinental San Juan, cuya entrada estaba altamente restringida, los daños eran inmediatamente visibles. Árboles caídos bloqueaban la rotonda que sirve de entrada principal al hotel. Pocos turistas entraban y salían por el acceso peatonal mientras trabajadores laboraban para remover los troncos.

En la parte trasera del hotel, el área del “garden” estaba seriamente afectada, con palmas caídas, aunque también se habían realizado varios trabajos de limpieza. Casi una docena de agentes de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) estaban presentes, así como empleados del Ciao Mediterranean Café, un restaurante ubicado en la parte trasera del hotel y el cual quedó prácticamente destrozado por el huracán.

“Lo perdimos todo”, lamentó su propietario, Bruno Virdone, un italiano radicado en Puerto Rico por casi cuatro décadas, quién estimó las pérdidas incurridas en su establecimiento, el cual emplea unas 40 personas, en más de medio millón de dólares. “Tengo seguro, pero no sé si van a responder”, confesó.

Mientras, El San Juan Hotel estaba clausurado. La esfera decorativa a la entrada principal del hotel, uno de los detalles más llamativos de la reciente remodelación de la propiedad, en la cual se invirtió más de $60 millones, yacía en el suelo hecha pedazos. No había vista alguna del lujoso lobby del hotel, ya que toda la fachada estaba cubierta con paneles de madera.

En la parte trasera de la propiedad, el cuadro era aún más desolador, luciendo en casi total abandono, desde el área de la piscina hasta las duchas y las villas de lujo con vista al océano. Las barreras separando la propiedad de la playa pública desaparecieron, requiriendo que personal de seguridad armado patrulle el área para que personas de afuera no entren a saquear las villas. Solamente uno de los gacebos que servían como barra lucía relativamente intacto.

A diferencia de otros hoteles en el área, los cuales mantienen un semblante de funcionamiento, la historia ha sido otra con El San Juan Hotel. Esto en gran parte se debe a que el hotel no cuenta con una planta eléctrica, confirmaron varios empleados bajo condición de anonimato.

En el Courtyard by Marriott, gran parte de la fachada frontal de uno de los edificios fue desgarrado por los vientos y lluvia de María. No obstante, el ambiente en el lobby del hotel trascurría con relativa normalidad, hospedando mayormente a personal de FEMA y equipos de primera respuesta, mientras que el hotel estaba ofreciendo extensiones a aquellos huéspedes que se quedaron en el hotel durante el paso de María y que todavía no habían podido obtener un vuelo de salida.