La industria de producción de carne de res en la Isla ha ido en picada, advirtió el criador de cruces de raza tropical Javier Domenech Hernández, propietario de la finca Tierra de Gosén, una industria familiar que antes se dedicó al ganado de leche, y que en esta etapa utiliza el bolo ruminal para trazar su producto y llevarlos hasta donde aspira.

Domenech Hernández, quien desde 1996 se dedica a la crianza, lamentó que “esta industria ha sido muy maltratada, por lo que el consumo de carne de res local no alcanza el 10%. El resto es importada. Cuando una industria está así es porque ha sido muy maltratada económicamente y no hay manera de que ganaderos jóvenes entren en ella”.

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Dijo que “para que haya un renacer y fortalecimiento tiene que haber ganaderos jóvenes interesados en la industria. Si no tiene eso, es un indicio de que algo no está bien. El poco (ganado de res) que se produce está en manos de personas mayores como yo”.

El empresario, quien confía en que sus hijas –con trabajos fuera de la finca- eventualmente tomen las riendas del negocio en el momento en que logre implementar la fase de matanza y empaque, definió la crianza de ganado como una industria horizontal, que necesita una extensión de terreno amplia. Indicó que “aquí la tierra no es tan barata, y eso es una limitación. Pero es lo que nos apasiona y gusta, y me he dedicado a ir en pos de eso”.

Como reloj suizo con el bolo ruminal

En la finca se utiliza el bolo ruminal hace una década, después de haber acudido a conferencias en Argentina acerca de su uso, indicó el empresario. Y ya hace cinco años que todos sus animales están identificados con bolos. De hecho, han colaborado con esfuerzos gubernamentales para mostrar el funcionamiento, comentó.

Entre las ventajas de la iniciativa gubernamental que promovió la exsecretaria Myrna Comas y que retomó el actual titular, Carlos Flores, está agilizar pagos o subsidios de producción, llevar un registro electrónico y representa un avance en su identificación en caso de choques con un vehículos o robo, por lo que “yo entiendo que se debe insistir en eso”, opinó Domenech.

Sin embargo, la “finalidad que nos movió a nosotros era una distinta. Poder obtener trazabilidad del producto para poder decirle al consumidor el lugar de origen antes de que consuma, ofrecerle opciones que lo ayudan a tomar una decisión que favorezca a nuestro producto en vez de otro que no saben de dónde vino”.

Domenech dio como ejemplo que “si vas a comprar dos libras de carne molida, que el producto lleve un ‘barcode’ que lo puedas rastrear, que salió del animal X de la finca de fulano de tal. Si quieres más información del producto podría entrar a la página (portal de internet de la finca) y ver sobre qué cruce se hicieron, cuándo nació, cuánto pesó al nacer. Para que como consumidor te sientas satisfecho en escoger un producto sobre otro. En Puerto Rico no hay nadie, y en el mundo hay muy pocos con este tipo de pensamiento”.

“Esa es nuestra intención como agricultores. Por eso nos movimos a hacerlo. Llevamos años trazando estos animales, marcándolos con distintos cruces, impartiendo cierta genética”, algo en lo que hemos invertido muchos años, ya que toma tiempo ver resultados, es a largo plazo”, mencionó Domenech, quien tiene estudios en agronomía.

 El bolo ruminal es un artefacto que contiene o encapsula una identificación por radio frecuencia (RFID, por sus siglas en inglés). Se aplica por vía oral y tiene permanencia en el retículo o segundo estómago del rumiante. Los bovinos, caprinos, ovinos, camélidos y cérvidos se pueden identificar con bolo ruminal.

“El bolo nos brinda la capacidad de trazar ese producto y rastrearlo un año para atrás, una década hacia atrás, lo que tú quieras, porque todo eso está en un ‘barcode’ de información que la envía a unas computadoras”, detalló.

Tierra de Gosén tiene más de 200 madres con sus crías, y otros grupos con cerca de 120 novillas destetadas y unos 60 toros, en 462 cuerdas de terreno, gran parte dedicado al pasto, ya que se alimentan de él.