WASHINGTON. A un año del inicio de la investigación sobre Rusia, el fiscal especial de Estados Unidos Robert Mueller está en todas partes y en ninguna al mismo tiempo. 

En el último año, la amplitud y el sigilo de la pesquisa de Mueller han sacudido a la Casa Blanca y a su principal inquilino y se ha extendido por el Capitolio y K Street alcanzando a gobiernos extranjeros y salas de juntas corporativas. 

Con los legisladores preparándose para las elecciones de mitad de legislatura y el presidente Donald Trump valorando públicamente si conceder o no una entrevista a Mueller, aumentan los llamados republicanos para que el fiscal especial eche el cierre a su investigación. 

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El vicepresidente Mike Pence y otros lo solicitaron públicamente. Cuando más se alargue la pesquisa, más probable es que aumentarán estos pedidos. 

Aunque Mueller sigue teniendo un amplio apoyo bipartidista en el Congreso, especialmente en el Senado, el secretismo que rodea a su investigación ha generado cierta ansiedad sobre lo que está por venir. 

Hasta el momento en la pesquisa capitaneada por Mueller 19 personas han sido acusados, incluyendo cuatro asesores de la campaña presidencial, y a tres empresas rusas, mientras que se declararon culpables el exasesor de Seguridad Nacional Michael Flynn, y el subdirector de su campaña, Rick Gates.