SAN DIEGO, California— El consumo de tabaco en Estados Unidos bajó a niveles históricos, lo que redujo considerablemente los ingresos fiscales derivados de ese producto.

En busca de recursos fiscales, aumenta el número de estados que aplican impuestos a los cigarrillos electrónicos, una tendencia que ha devenido en una intensa controversia de salud pública en cuanto a si esa medida impositiva animará a los fumadores a cambiarse a una alternativa más segura.

California se convirtió en el séptimo estado que grava los cigarrillos electrónicos tras la abrumadora aprobación de la medida en los comicios del 8 de noviembre. La propuesta 56 incluye también la aplicación de un impuesto estatal de dos dólares por paquete de cigarrillos, que suma al actual de 87 centavos.

Los funcionarios estatales continúan calculando la nueva estructura fiscal. La industria de los vaporizadores prevé que el impuesto podría incrementar en más de 60% los precios de esos dispositivos de baterías y de los líquidos que utilizan, lo que encarecería estos productos frente al tabaco tradicional, incluso con el impuesto adicional por paquete.

"California acaba de hacer inasequible y nada atractiva lo que era la opción más atractiva para muchos fumadores", dijo Gregory Conley, de la Asociación de Vaporizadores de Estados Unidos, que promueve el uso de cigarrillos electrónicos como alternativa a los convencionales. "Algunos podrían no intentar nunca dejar el hábito".

El gravamen a los cigarrillos electrónicos ha dividido a los expertos en salud pública entre quienes apoyan que se dé el mismo trato que al tabaco tradicional y quienes consideran esos dispositivos como una herramienta importante en la lucha contra el tabaquismo, la principal causa de las muertes prevenibles en Estados Unidos.

No hay consenso científico sobre los riegos o ventajas de "utilizar vaporizadores".

"Se trata de una de las polémicas más horribles en la comunidad sanitaria, y yo he investigado políticas de control del tabaco durante 40 años", dijo el profesor de salud pública de la Universidad de Michigan, Kenneth Warner. "La dinámica, si se quiere ver así, es sin duda contra los cigarrillos electrónicos y es una situación en gran medida desafortunada, porque podríamos perder un elemento que podría reducir bastante las muertes tabaquismo".

El usuario vierte en el cigarrillo electrónico un líquido que contiene nicotina. El dispositivo convierte el líquido en vapor sin el peligro de inhalar el alquitrán que genera la combustión del tabaco.

Gran Bretaña promueve el uso de este sistema entre los fumadores. Su principal organización de médicos determinó que los vaporizadores eran un 95% más seguros que los cigarrillos ordinarios, pero algunos investigadores estadounidenses refutan esa aseveración.

Los cigarrillos electrónicos emiten sustancias químicas que, según los detractores, causan cáncer, defectos congénitos y otros perjuicios, y existen preocupaciones por las secuelas a largo plazo de la nicotina en el desarrollo del cerebro de los adolescentes, según el Departamento de Salud Pública de California.

La utilización de cigarrillos electrónicos entre adultos jóvenes de 18 a 29 años se ha triplicado en el estado.

"Aumentan muy rápido las pruebas de que los cigarrillos electrónicos son más peligrosos de lo que piensa la gente", dijo Stanton A. Glantz, profesor de medicina y director del Centro para la Investigación y Educación del Control del Tabaco en la Universidad de California en San Francisco.