HARRISBURG, Pensilvania.- Un arzobispo de Washington se defendió el martes antes de la publicación de un informe sobre el abuso sexual de menores perpetrado por miembros del clero cuando él era obispo de Pittsburgh.

El arzobispo cardenal Donald Wuerl, insiste en que hizo lo correcto para proteger a los niños victimizados luego de enterarse de abusos en la diócesis de Pittsburgh cuando fue designado arzobispo en 1988, ejerciendo el cargo por 18 años.

Wuerl, uno de los cardenales más prominentes de Estados Unidos, escribió a los sacerdotes el lunes por la noche para defenderse antes de la divulgación del informe, un tomo de 900 páginas que examina denuncias presentadas en seis diócesis de Pensilvania. Defensores de las víctimas han calificado la investigación como la más exhaustiva jamás emprendida por estado alguno del país.

"No solamente enfrenté estas denuncias, sino me involucré de lleno en el proceso, me reuní con sobrevivientes y sus familias e hice lo que pude para darles consuelo y facilitarles la sanación”, escribió Wuerl.

Afirmó que instauró una política de “tolerancia cero” hacia cualquier miembro del clero que hubiera cometido abusos, e impuso un proceso para examinar cada denuncia.

Wuerl expresó esperanzas de que "una evaluación justa de mis acciones, pasadas y presentes, y mi continuo compromiso con la protección de niños descartará cualquier idea hacia lo contrario contenida en este reporte”.

Según documentos judiciales mantenidos hasta ahora en secreto en medio de un litigio sobre la investigación, afirman que ésta identifica a más de 300 “curas depredadores”. Un jurado investigador halló que una sucesión de obispos católicos y otros diocesanos trataron de defender a la Iglesia de una mala imagen pública y de demandas financieras al encubrir casos de abusos, negándose a denunciar casos ante la policía o persuadiendo a las víctimas de que guardaran silencio sobre lo sucedido.

El texto se hace eco de investigaciones anteriores hechas en otras partes del país e incluso en otras diócesis dentro de Pensilvania, en cuanto a que pinta un cuadro de abuso sexual rampante y encubrimiento por parte de jerarcas de la Iglesia.

Lo que distingue a este reporte de otros es su magnitud: abarca denuncias de abusos en seis de las ocho diócesis de Pensilvania que, en conjunto, abarcan a más de la mitad de los 3,2 millones de católicos en ese estado.

Wuerl vaticinó que el documento, que examinó 70 años de labores de la Iglesia, será “profundamente perturbador”.

Aun así el informe podría no desembocar en justicia para las víctimas. Si bien la averiguación de casi dos años ha resultado en cargos contra dos jerarcas de la Iglesia — entre ellos un cura que se ha declarado culpable y otro que al parecer obligaba a su víctima a confesarse después de cada abuso sexual — la gran mayoría de los curas identificados como abusadores ya han fallecido o no pueden ser procesados porque los hechos en cuestión ocurrieron hace demasiado tiempo.