Las imágenes fotográficas de los destrozos que dejó el paso de un tornado en Oklahoma son escalofriantes, pero estar allí, como testigo de la catástrofe, es aún más dramático y perturbador.

Así lo explicó a Primera Hora el pastor puertorriqueño Félix Cabrera –radicado hace tres años en Oklahoma City–, quien horas después de ocurrir el fenómeno atmosférico ayudó a habilitar un centro de apoyo a los damnificados hispanos. El albergue está ubicado a media cuadra de la escuela Plaza Towers, en la ciudad de Moore, precisamente donde fallecieron unos siete niños y otras decenas resultaron heridos.

“Las imágenes que se ven en televisión no se comparan... Esto es un desastre por todas partes. Lo podría comparar con el destrozo que se vio tras el bombardeo en Hiroshima (Japón). Realmente está todo desolado, es muy triste. Y hay un sentido de desasosiego en la comunidad, en especial porque todavía hay niños que no aparecen, incluyendo el de una pareja hispana que estamos ayudando”, dijo vía telefónica el líder bautista que, hasta ayer en la tarde, no había identificado a algún puertorriqueño entre las víctimas fatales.

Cabrera explicó que, luego que pasó el tornado, se activó un equipo de respuesta –con miembros de la iglesia y de la comunidad– para ayudar a las familias de habla hispana con la donación de comida, agua y ropa. El servicio filantrópico incluye, además, algo aún más importante: apoyo emocional y espiritual.

“Anoche en el hospital había niños que sus padres no habían reclamado... es desgarrador. No sabemos si es que sus padres perecieron, si los están buscando o están recluidos en otro hospital”, agregó compungido el religioso, que ayer colaboraba a organizar un grupo que se lanzaría a la comunidad a tratar de ayudar a personas con familiares desaparecidos.

“Hay mucho que hacer, pero lo más importante es que hay mucha solidaridad dentro del ambiente triste que hay... y guardamos la esperanza que aparezcan más personas con vida”, agregó quien estimó en unos 9,000 los boricuas radicados en Oklahoma.

Otro que vivió momentos de angustia fue Norberto Berríos, un joven que llegó a Oklahoma City hace poco, un mes, a tomar un entrenamiento de la Administración Federal de Aviación.

“Cuando sonó la alarma de alerta, estaba en la academia... enseguida nos enviaron para el sótano del edificio donde estábamos”, dijo Berríos.

“Gracias a Dios que para el área que estoy no sucedió nada... pero comoquiera es muy triste. A la gente se le nota en la cara la preocupación que ha dejado esta tragedia”, dijo el joven oriundo del barrio Buena Vista, en Bayamón.

La fotógrafa de AP Sue Ogrocki captó con su lente impactantes imágenes de personas siendo rescatadas de los escombros de una escuela elemental.