Orlando, Florida. El simpático cantadito colombiano se entrelaza con el pícaro acento cubano, el sandungueo de la entonación boricua, y la vivaracha modulación venezolana. Pero al tratar de hablar “el difícil”, todos parecen cantar con la misma entonación.

La clase es parte de uno de los cursos de inglés que con frecuencia coordina la organización no gubernamental Hispanic Federation y que se ofrecen gratis.


El que menos, lleva viviendo en Orlando seis meses, pero hay algunos que han hecho de esta ciudad su casa hace más de una década, como Sharon Torres. Ella llegó desde Guayama hace 12 años y ha trabajado en la cadena de hoteles Rosen.

Le ha pasado como a muchos hispanos que llegan aquí, que son tantos los que hablan la lengua de Cervantes que se olvidan de aprender inglés, que es el idioma en que se tramitan todas las gestiones oficiales en el gobierno, hospitales, escuelas.

“En mi área de trabajo en el hotel todos hablan español y, pues, me olvidé y perdí el interés de aprender el idioma. Pero un día solicité una plaza que surgió en el área de banquetes, que era una oportunidad para progresar y ganar más dinero y me la negaron, pues no hablaba inglés. Así mismito me lo dijeron”, narró.

Ahora Sharon es parte del grupo de siete mujeres y dos hombres que toman este curso al que la profesora, Maritza Rojas, llama “Inglés 911” y que dura ocho semanas.


Rojas, quien se describe como “una colombiana hecha en Estados Unidos”, pues nació en Nueva York, no se enfoca en la gramática ni en las reglas del idioma. Se enfoca en que sus estudiantes aprendan frases sencillas de la vida cotidiana que los ayuden a sobrevivir.

Por eso, aquí se hacen muchos ejercicios prácticos, abunda la repetición y todo se hace en forma de juego y broma. Nadie siente vergüenza por pronunciar incorrectamente o por introducir una palabra en español en una frase en inglés. Aquí no hay regaños ni recriminaciones. Nadie juzga a nadie, pues todos tienen la misma urgencia de aprender.

“¿Cómo se sintieron durante el huracán?”, preguntó la profesora en inglés. “Me… in the… ¿cómo se dice sala? Living room. Dancing. I was dancing”, dijo Paola, de Venezuela. “Me, inside the closet with sister, son and mi sobrino”, dijo Sharon. “Very good!”, respondió la maestra.

Y cada vez que alguien lograba armar una frase, aunque fuera con tropiezos, los ojos verdes de la profesora Rojas casi desaparecían tras sus párpados que se cerraban cuando le estallaba en el rostro una sonrisa de felicidad y satisfacción.