A sus 67 años, el taxista cubano Benito Pérez nunca había viajado en un avión. Lo hizo apenas este mes, durante una hora, de La Habana a Miami. Pérez es uno de los miles de cubanos que aprovechan los cambios a las leyes migratorias en la isla este año para viajar y conocer Estados Unidos.

Durante años, sus amigos en Miami le invitaron a visitarlos pero no podía costear el boleto y no quería ser una carga para ellos. El proceso de obtener un visado de salida de las autoridades cubanas y los permisos del gobierno estadounidense parecía demasiado complicado.

El año pasado, sin embargo, salir de Cuba fue un poco más fácil. El gobierno cubano eliminó la detestada "carta blanca" necesaria para abandonar la isla mientras el estadounidense comenzó e emitir visados con entradas múltiples valederos por cinco años.

Los amigos de Pérez volvieron a invitarle. Esta vez, aceptó.

Para su sorpresa, la Sección de Interés de Estados Unidos en La Habana le otorgó una visa y el gobierno cubano le dio un pasaporte. Hace poco, en una mañana de septiembre, tomó un vuelo directo de La Habana a Miami.

"Esta es una experiencia que no olvidaré por el resto de mi vida", dijo Pérez.

El cubano es uno de los miles que han salido temporalmente del país, muchos de ellos por primera vez, gracias al cambio de las leyes de migración este año.

El número de cubanos que recibió visados estadounidenses de no inmigrantes entre octubre de 2012 y julio de 2013 aumentó 82% en comparación al mismo periodo un año antes, según el Departamento de Estado. El aumento de las citas para solicitar un visado aumentó tras el anuncio de que Cuba eliminaría el requisito de los permisos de salida y nuevamente cuando Estados Unidos anunció su visado de cinco años, dijo un funcionario del departamento. En total, se otorgaron 26.266 visas.

"La emisión de visados de no inmigrante aumentó de forma notable mientras la Sección de Interés de Estados Unidos en La Habana ha trabajado para atender la creciente demanda y reducir la lista de citas de visados", dijo el departamento en una declaración.

En Cuba, los cambios forman parte de las reformas económicas y sociales puestas en marcha en los últimos años por el presidente Raúl Castro.

Al anunciar el cambio mediante un aviso en el diario del Partido Comunista, Granma, dijo que la nueva medida forma parte de "un proceso irreversible de normalización entre emigrantes y su patria". Además de eliminar el visado de salida, los cubanos ya no necesitan presentar una carta de invitación de alguien en el país que deseen visitar. Y pueden permanecer en el exterior hasta 24 meses sin perder sus derechos de residencia.

Con todo, viajar no es fácil para la mayoría de los cubanos.

Los médicos, científicos, miembros de las fuerzas armadas y otros cuyas profesiones se consideran vitales para la sociedad enfrentan restricciones para evitar la fuga de cerebros y nadie puede obtener un pasaporte para ir al extranjero sin permiso si pesan sobre él cargos penales. Las autoridades cubanas pueden negar el permiso de viajar en caso de defensa y "seguridad nacional".

Incluso para los que obtienen un pasaporte, un salario cubano medio de 20 dólares al mes significa que viajar es poco más que un sueño sin la ayuda de amigos o familiares en el extranjero. El gobierno cubano cobra 100 dólares por el pasaporte y el precio de un boleto de ida y vuelta puede ascender a varios centenares de dólares. Los cubanos deben obtener además un visado de entrada en algunos países, entre ellos Estados Unidos.

Sin embargo, las empresas de vuelos alquilados de Miami dijeron que venden más boletos para personas procedentes de Cuba.

"Empiezan a verse nuevos tipos de viajeros", dijo Armando García, presidente de Marazul, una de las mayores empresas de Cuba de vuelos de alquiler.

Algunos de esos viajeros pertenecen a una reducida clase de profesionales con negocios y dinero para viajar, dijo García. Muchos otros vienen a visitar a sus familiares y amigos.

Disidentes como la bloguera Yoani Sánchez, autorizada a viajar en febrero tras serle negado el visado de salida durante años, han acaparado la atención de los camarógrafos y reporteros que acuden al aeropuerto de Miami. Sin embargo, por muchos disidentes que llegan hay centenares de otros que por primera vez pasan por las puertas automáticas de vidrio fuera de las secciones de inmigración y aduanas para caminar por tierra extranjera.

Los amigos de Pérez, Rogelia y Luis Ventura, estiraron el cuello para ver a los pasajeros que salían.

"Dijo que antes de morir quería venir", dijo Rogelia Ventura, de 68 años.

Los Ventura inmigraron a Estados Unidos hace tres décadas y desde entonces viajaron para visitar a Pérez y otros amigos en Cuba. Poseen un taller de reparación de carrocerías de automóvil en Miami.

Luis Ventura, de 65 años, dijo que deseaba compartir "mi vida diaria" con sus amigos.

"Todo lo que vea, le gustará", dijo Ventura, un hombre alto con espejuelos de aviador y un teléfono celular colgado del cinturón.

Para obtener un visado de entrada en Estados Unidos, los cubanos deben demostrar que no piensan inmigrar, un requisito difícil dados los bajos salarios de la isla y las oportunidades limitadas. Muchos cubanos que reciben visados de entrada suelen ser mayores, dijo Emilio Morales, que trabajó en investigación de mercadeo en Cuba antes de emigrar a Estados Unidos y abrir una asesoría de negocios.

"Muchos de los que han viajado lo hacen con intención de inmigrar", agregó.

Conforme a la Ley de Ajuste Cubano, los isleños que llegan a tierra firme estadounidense reciben generalmente permiso para quedarse y tienen prioridad para obtener la residencia. Esa política es aplicable también a quienes vienen a Estados Unidos de turistas. Cuba se ha quejado que esa política anima a sus ciudadanos a marcharse.

Aunque más cubanos y cubano-estadounidenses vienen y van a la isla, un número récord de cubanos dejan Cuba de forma permanente. Más cubanos inmigraron en 2012 que en cualquier año desde 1994, cuando miles dejaron la isla en balsas.

"Pese a que hay un número récord de personas que emigran de Cuba, hay también cifras récord que utilizan la puerta de salida y entrada, yendo y regresando por más tiempo", dijo Ted Henken, presidente de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana y profesor de la universidad Baruch College en Nueva York.

Añadió que los nuevos viajeros cubanos, sin embargo, no deberían ser llamados turistas. "No tienen dinero para gastar en hoteles", dijo Henken. "No tienen dinero para ir de compras".

Los Ventura dijeron que piensan llevar a Pérez por Miami para que coma en restaurantes, vea las playas y vaya a pescar. Pérez piensa pasar igualmente tiempo con sus familiares, inclusive su hermano, al que no ve desde hace 33 años. Cuando finalmente apareció por la puerta de cristal del Aeropuerto Internacional de Miami, Pérez y sus amigos se abrazaron efusivamente.

Pérez, que es diabético, llevaba un pequeño bolso de cuero con jugo y galletas durante el vuelo y vestía una camiseta polo con rayas grises y pantalones negros. "Vine a verles y para conocer este lugar", agregó.

Lo primero que hizo Pérez fue ir a casa de los Ventura, una vivienda de una sola planta con puertas metálicas junto a una concurrida carretera de cinco carriles. Permaneció fuera de la casa mirando el tráfico, sorprendido por el número de vehículos y calles limpias, hasta que sus amigos le llamaron.

Pérez dijo que nunca intentó venir a Estados Unidos y que las reformas le animaron a hacerlo. "Fue más fácil", agregó.

Tras permanecer un mes, piensa regresar a Cuba para estar con su esposa, padres e hijos.

Sin embargo, por ahora se reunió con viejos amigos y familiares, visitó el puerto para ver a los pescadores y sus capturas y cenó en un restaurarte donde puede comer todo lo que desee por un solo pago.

Pérez se rio al recordar cómo sus amigos le dijeron que no tenía que acaparar tanta comida en el plato porque podía ir a repetir. "No supe lo del precio hasta que cerraron, uno puede comer todo lo que quiera", agregó.

Durante semanas, sus amigos pensaban cruzar por la península de Florida hasta la ciudad de Naples.

La totalidad de la experiencia, dijo Pérez, le cambió la vida.

"Tenía los ojos cerrados", contó, "y ahora están abiertos".