Washington.- El presidente Barack Obama anunciará el miércoles que Estados Unidos y Cuba han llegado a un acuerdo para abrir sus respectivas embajadas en Washington y La Habana, dijo un alto funcionario del gobierno estadounidense, lo que representa un importante avance para terminar las hostilidades entre los enemigos de la Guerra Fría.

Cuba y Estados Unidos han estado negociando la reapertura de embajadas desde que en diciembre anunciaron que tomarían medidas para restablecer lazos diplomáticos luego de medio siglo de enemistad. La embajada de Estados Unidos en La Habana abriría en julio.

Para Obama, terminar con el distanciamiento con Cuba es un elemento primordial de su legado en política exterior al acercarse el final de su mandato. Obama ha pregonado durante mucho tiempo el valor de las relaciones bilaterales y ha alegado que el embargo comercial de Estados Unidos sobre la isla comunista ubicada a sólo 145 kilómetros (90 millas) de la Florida no era efectivo.

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El funcionario insistió en mantener el anonimato debido a que no estaba autorizado a discutir públicamente el asunto antes que el presidente.

La Casa Blanca dijo que Obama hará una declaración sobre Cuba el miércoles por la mañana. Se prevé que el secretario de Estado John Kerry, quien se encuentra en Viena para negociaciones nucleares con Irán, también hablará sobre la reapertura de embajadas.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba dijo la noche del martes que su titular se reuniría el miércoles por la mañana con el director de la sección de intereses de Estados Unidos, Jeffrey DeLaurentis, para recibir un mensaje de Obama sobre la reapertura de embajadas.

Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con Cuba en 1961 después de la revolución liderada por Fidel Castro. Estados Unidos pasó décadas tratando de derrocar al gobierno cubano o de aislar a la isla, incluso mediante el recrudecimiento del embargo impuesto inicialmente por el presidente Dwight D. Eisenhower.

Desde finales de la década de 1970, Estados Unidos y Cuba han operado misiones diplomáticas denominadas secciones de intereses en La Habana y Washington respectivamente. Las misiones están técnicamente bajo la protección de Suiza, y no gozan del mismo estatus que una embajada plena.

Aunque la apertura de embajadas marca un hito importante en la distensión entre Cuba y Estados Unidos, aún existen temas pendientes significativos en el camino a la normalización de relaciones. Entre ellas: negociaciones sobre derechos humanos; sobre compensación por bienes estadounidenses confiscados en La Habana y por daños a Cuba causados por el embargo; y sobre posible cooperación en temas judiciales, incluido el espinoso tema de fugitivos estadounidenses que se han refugiado en Cuba.

Obama también quiere que el Congreso derogue el embargo económico contra Cuba, aunque enfrenta resistencia de los republicanos y de algunos demócratas. Quienes se oponen a la normalización con Cuba dicen que Obama está premiando prematuramente a un régimen que comete abusos graves a los derechos humanos.

El presidente también enfrentará una dura oposición en el Congreso para utilizar dinero de los contribuyentes para construir o reacondicionar una embajada en La Habana. El Congreso tendría que aprobar cualquier solicitud del gobierno para gastar dinero en una embajada.

La representante republicana por Florida, Ileana Ros-Lehtinen, dijo en un comunicado que abrir una embajada estadounidense en Cuba "no hará nada para ayudar al pueblo cubano, y es sólo otro intento trivial del presidente Obama de salir de compras a conseguir un legado".

El senador por Maryland Ben Cardin, el demócrata de mayor rango en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, dijo que la apertura de embajadas era parte del "enfoque de sentido común (del gobierno) para con Cuba". Sin embargo, pidió que Cuba reconozca que está fuera de tono con la comunidad internacional en materia de derechos humanos.

"Los arrestos y las detenciones de disidentes deben cesar, y hace falta una genuina pluralidad política", dijo Cardin en un comunicado.

Obama y el presidente cubano Raúl Castro se reunieron en abril durante una cumbre regional, en lo que fue la primera vez que líderes de Estados Unidos y Cuba se reunían en persona desde 1958.

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