Newtown.- En el bar, todos la conocían.

Nancy Lanza era el tipo de persona, que si escuchaba que alguien tenía poco dinero en efectivo, por lo general se ofrecía a pagar la cuenta en My Place.

Dos o tres noches por semana, Lanza — la madre del atacante de la horrible masacre en la escuela de Connecticut— venía a comprar ensaladas para llevar, pero se quedaba a tomarse un vaso de vino Chardonnay y por poco de buen humor. Estaba divorciada y tenía dos hijos, pero Lanza, de 52 años, de cabello rubio cenizo y de piel tersa con toda claridad no tenía que trabajar y siempre estaba de buen ánimo para hablar sobre su equipo favorito los Medias Rojas, de jardinería y su gran afición por el tiro al blanco.

Sin embargo, aunque Lanza hablaba con orgullo de sus hijos y los traía a tomar desayuno cuando eran pequeños, los amigos dicen que mantenía una gran reserva sobre su vida familiar, especialmente sobre sus vicisitudes.

Ahora los secretos de Lanza son el centro de las interrogantes que envuelven a este pueblo de Nueva Inglaterra, que padece por la matanza provocada por su hijo Adam, de 20 años, de quien las autoridades dicen que mató a su madre el viernes con una de sus propias armas antes de asesinar a 26 niños y maestras en una escuela vecina.

"Su vida familiar era reservada cuando nos reuníamos. La mantenía en silencio. Era cuestión de ella", comentó Louise Tambascio, que atiende la pizería, de iluminación cálida, y el bar con sus dos hijos, y se convirtió en la compañera de compras y comidas de Nancy Lanza.

Los amigos sabían al hijo menor de Lanza, que miraba al piso y no hablaba cuando ella lo traía al local. Sabían que había cambiado de colegios más de una vez y que ella había tratado de educarlo en casa. Pero mientras que la mujer había expresado preocupación sobre su futuro en ocasiones en el bar, nunca se quejó de nada más.

"Siempre la escuché como madre, siempre me dije que no quería estar en su lugar. Pero pensaba, qué bien lo disimula", comentó John, el hijo de Tambascio.

Pese a todas sus tribulaciones, la vida de Lanza era muy cómoda. Cuando se mudaron con su esposo de entonces, Peter Lanza, a la comunidad del centro de Connecticut en 1998 procedentes del sur de Nueva Hampshire, compraron una amplia residencia de estilo colonial sobre un terreno de casi una hectárea en el vecindario de Bennett's Farm. Nancy Lanza había trabajado como corredora bursátil en la firma John Hancock de Boston y su esposo era un exitoso ejecutivo.

Cuando la pareja se divorció en el 2009, el hombre le dejó la casa a Nancy Lanza y le dijo que no tenía que volver a trabajar, comentó Marsha Lanza, que reside en el estado de Illinois, tía del asesino.

Quienes conocían a Nancy Lanza la recuerdan como una mujer generosa, que ayudaba monetariamente a muchas personas y que hacía trabajo voluntario.

Lanza también les contó a sus amigos que había comprado armas y que había ido al tiro al blanco, dijo John Tambascio.

Las tres armas que Adam Lanza llevó a la escuela primaria Sandy Hook eran de propiedad de su madre y estaban registradas bajo su nombre, para de revólveres y un fusil Bushmaster de calibre ,223.

Los investigadores dijeron el domingo que la señora Lanza visitaba centros de tiro al blanco y que su hijo también había visitado un lugar de ese tipo.

Ginger Colburn, portavoz del Buró de Alcohol, Tabaco y Armas, dijo que no estaba claro si Nancy Lanza llevó a su hijo al centro de tiro al blanco o si él no se entrenó en el uso de armas ahí.

Marsha Lanza dijo al diario Chicago Sun-Times que Nancy Lanza deseaba armas para tener protección. "Estaba preparada para lo peor", señaló Marsha Lanza.

"Las armas eran su afición", señaló Dan Holmes, que conoció a la señora Lanza mientras trabajaba en el diseño de su jardín, según en declaraciones al diario The Washington Post. "Ella me dijo que le agradaba cómo el tiro obligaba a prestar total atención".

Pero mientras que sus visitas al centro de tiro al blanco le servían de relajamiento a la señora Lanza, cuando regresaba a su casa tenía que enfrentarse a la realidad de criar un hijo con problemas en sus relaciones con otros.

En la escuela secundaria Newtown, Adam Lanza tenía crisis a menudo que solo su madre podía apaciguar.

"Cuando se le presentaba un episodio ella tenía que venir al colegio a ayudar a resolverlo", indicó Richard Novia, director de seguridad del distrito escolar hasta el 2008, quien llegó a conocer a la familia porque los dos hermanos Lanza se matricularon en el club de tecnología que él patrocinaba.

Novia señaló que Adam Lanza podía algunas veces abstraerse por completo "de lo que estuviera haciendo" ya sea si estaba en una clase o se leía un libro.