En el barrio, donde se habla casi exclusivamente español, pareciera que todo el mundo conocía a Ariel Castro.

Tocaba el bajo en bandas de salsa y merengue. Estacionaba el autobús escolar que manejaba en la calle. Sacaba a pasear a los niños en su motocicleta.

Y cuando se hizo una vigilia para recordar a dos jóvenes desaparecidas hace varios años, Castro estuvo presente y consoló a la madre de una de ellas, según los vecinos.

Vecinos y amigos fueron conmocionados por el arresto de Castro y de sus dos hermanos cuando alguien llamó a la policía y las autoridades encontraron en su casa a tres mujeres desaparecidas hace una década.

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En la vivienda fue hallada también una niña de seis años, que según un vecino estuvo en un parque hace una semana con Castro, quien la describió como la hija de su novia. Israel Lugo vive en la misma calle donde fueron encontradas las mujeres el lunes y dijo que lo conmovió ver a una de ellas sosteniendo a la niña, llorando y gritando.

Los hermanos Castro --Pedro, de 54 años, Ariel, de 52, y Onil, de 50-- siguen presos.

El barrio donde estuvieron secuestradas las mujeres es humilde, tiene negocios que venden computadoras usadas, se alquilan muebles y abundan las personas con tatuajes. En algún patio trasero se puede encontrar un cerdo.

Cuenta con una gran comunidad puertorriqueña y todos se conocen. La gran interrogante es cómo puede ser que en un sitio como este haya sobrevivido semejante secreto durante tanto tiempo.

Una posible respuesta es precisamente que se trata de un sitio pobre, donde la gente se maneja con cautela y trata de evitar problemas. Y donde la policía no siempre responde cuando se la necesita.

La policía expulsó a la mayoría de los vendedores de drogas y de las prostitutas, según los residentes. Los vecinos conversan en las puertas de sus casas, se cuentan chistes y beben algo.

"Es bastante agradable. De noche cambia, pero eso pasa en todos lados. De todos modos, podría ser mejor", manifestó Richard De Jesús, un vecino.

Al mismo tiempo, la gente no se mete con los demás.

"Antes abundaban las drogas. Si te metías donde no correspondía, podías resultar lastimado. Vienen y queman tu casa. Por eso la gente se cuida", señaló DeJesús.

"Sabemos todo lo que pasa, pero no hablamos de esas cosas", afirmó Juan Pérez, quien vive en la misma cuadra que Ariel Castro. "Nos dedicamos a la familia. Hay alguna gente sospechosa de la que uno no sabe nada".

"No hacemos olas", acotó Alexis Lipscomb, quien se mudó hace seis meses con su prometido.

Ahora que se descubrió el secreto de la cuadra, "no confío en nadie", dijo la mujer.

Ariel Castro era amigo del padre de Gina DeJesús, una de las mujeres halladas en su casa, y participó en su búsqueda luego de su desaparición, relató Khalid Samad, un amigo de la familia. También tocó música en un acto de recaudación de fondos en su honor, indicó Samad.

"Cuando buscábamos a Gina, él distribuía volantes", dijo Samad, un activista comunitario que acompañó a De Jesús y su familia a un hospital el lunes por la noche. "Tú sabes, él era amigo de la familia".

Tito DeJesús, tío de Gina, dijo que tocó en algunas bandas con Castro en los últimos 20 años. Recuerda haber ido a la casa de Castro luego de la desaparición de su sobrina y no haber notado nada raro, solo que tenía pocos muebles y estaba llena de instrumentos musicales.

"Jamás se me ocurrió lo que estaba pasando", comentó.

Un hijo de Ariel Castro, Anthony Castro, dijo en una entrevista con el Daily Mail de Londres que habla con su padre unas pocas veces al año y que rara vez visita su casa. La última vez que fue a la vivienda, hace dos semanas, su padre no lo dejó entrar.

"La casa siempre estaba cerrada con llave", declaró al diario. "Había habitaciones a las que nunca pudimos ir. Había candados en el sótano, en el ático, en el garaje".

"En otro barrio, tal vez le gente se hubiese preguntado por qué tenía las ventanas siempre tapadas y hubiera llamado a la policía", dijo Samad.

"Pensé que estaba desocupada", añadió Pérez. "Que alguien venía un par de veces por semana para ver cómo iban las cosas".

Otro vecino, no obstante, dijo que observó bolsas de plástico negras después de escuchar que alguien golpeaba una puerta. Y alguien afirmó haber visto a una mujer desnuda tratando de salir por una ventanilla que da al patio trasero hace algunos años. En ambos casos, según vecinos, se llamó a la policía, que se hizo presente pero no entró a la vivienda.

La policía no dio detalles de inmediato sobre el hallazgo de las mujeres pero dijo que parecía que estaban en buen estado de salud.

El director de seguridad de la municipalidad Martin Flask sostuvo el martes que la policía no tiene registros de denuncias de que hubiera actividades ilegales en la cuadra, pero agregó que las autoridades siguen revisando sus archivos.

Eso no tiene sentido para Lupe Collins, amiga de las familias de las víctimas. "En el barrio todo el mundo hizo lo que tenía que hacer", aseguró. "La policía no hizo su trabajo".

Juan Pérez, quien vive en la misma cuadra, dijo que conoce a Castro desde hace décadas.

"Siempre se lo veía feliz, bonachón, respetuoso", señaló Pérez. "Se ganaba la confianza de los niños y de sus padres. Eso pasa solo si eres buena gente".

Relató que Castro tenía un vehículo todo terreno y una motocicleta en los que sacaba a pasear a los niños. Nada hacía pensar que pasase algo raro, agregó. Indicó que hasta hace poco Castro trabajó como conductor de autobuses escolares.

"Era una gran persona. Si un chico necesitaba un modelo, allí estaba él", dijo Pérez.

Según el archivo personal de Castro del distrito escolar de Cleveland, que la Associated Press obtuvo haciendo uso de la ley de libertad de información, fue contratado en 1990 como conductor tras decir en su solicitud que le gustaba trabajar con los niños.

El archivo incluye detalles de su despido, aprobado por la junta escolar el año pasado, después de que dejó desatendido el autobús por varias horas.

Un pariente de los Castro dijo que su familia está "tan sorprendida como el resto de la gente".

Juan Alicea, cuñado de Ariel, afirmó que no visitaba su casa desde principio de la década de 1990, pero que había cenado con él en la casa de uno de sus hermanos poco antes de los arrestos.

Lucy Román, cuya casa está pegada a la de Pedro Castro y su madre, dijo que lo lamenta "por la madre".

"Es una señora muy agradable", expresó.

Varios vecinos de la zona dijeron que vieron a Ariel castro en una vigilia dedicada a las mujeres desaparecidas.

Antony Quiró afirmó que estuvo en una vigilia realizada hace un año y que vio a Castro consolando a la madre de Gina DeJesús.

Otro vecino, Francisco Cruz, djio que que estuvo con Castro el día en que los investigadores excavaron un patio buscando a las muchachas.

Castro, relató Cruz, le dijo que "no iban a encontrar nada allí".

Los residentes del barrio están ahora a la defensiva.

"Tengo hijas y trabajo dos turnos. Le dije a mi esposa que no salva de la casa si no estoy yo", afirmó Christian Ortiz, quien vive a pocas cuadras de la casa de Ariel Castro.

Hay quienes opinan que la comunidad debe mantenerse alerta.

"Hay que manejarse como en un pueblo pequeño", dijo Pérez, desde cuya vivienda se observa la casa de Castro. "Tenemos que unirnos. Voy a ser la persona ejemplar que siempre quise ser".

La página de Facebook de Ariel Castro lo identifica como residente de Cleveland que hizo la secundaria en la Lincoln-West High School. Entre sus intereses menciona Virginia Beach, una raza de perros chinos y el cantante de salsa cubano Rey Ruiz.

El 11 de abril felicitó a "mi tía Rosie Arlene" y le deseó una pronta recuperación luego de dar a luz "un hermoso varoncito".

"Eso me hace abuelo por quinta vez. Los quiero", agregó.

En este despacho colaboraron los reporteros de AP Mike Householder, Thomas J. Sheeran, Andrew Welsh-Huggins (todos en Cleveland), Meghan Barr y Mark Scolforo (en Harrisburg, Pensilvania).