Cuba.- Ahora que Estados Unidos se dispone a renovar esfuerzos para cerrar la cárcel de Guantánamo, tendrá que reconsiderar la suerte de prisioneros como Mohamed al-Shimrani.

Shimrani, un saudí de 38 años de edad, está en una categoría especial entre los 166 prisioneros de Guantánamo — uno de unos 50 hombres que según una comisión del gobierno, son demasiado peligrosos como para dejarlos en libertad, pero que no pueden ser procesados por temor a que queden revelados secretos militares.

Aunque el resto de los prisioneros eventualmente podrán ser puestos en libertad, trasladados o procesados, al-Shimrani y los demás desconocen su suerte.

"Las acusaciones contra mi cliente no son más graves que las de muchos saudíes que han sido devueltos a sus países de origen", expresó Martha Rayner en referencia a al-Shimrani. "Esto me tiene preocupada".

El Pentágono dice que los detenidos están ahí bajo las leyes internacionales de guerra y que permanecerán hasta "el fin de las hostilidades", lo que no se sabe cuándo será. El tema es uno de los principales obstáculos que enfrenta el presidente Barack Obama para cerrar el centro de detención.

La mayoría enfrentan acusaciones de ser miembros de al-Qaida o del Talibán, mensajeros o reclutadores. Sus abogados insisten en que ya ha pasado más de una década y que deben ser puestos en libertad.

Los abogados han sido informados que agentes de "varias agencias del gobierno" empezarán a revisar los casos para determinar si es aún necesario mantenerlos confinados. El teniente coronel del ejército Joseph Todd Breasseale, un portavoz de los militares, dijo que todavía no se ha fijado la fecha de la primera audiencia.

Tampoco se ha determinado las reglas de las comisiones que serán establecidas, ni se ha decidido si los abogados de los prisioneros podrán estar presentes o se podrá hacer por video.

Rayner, profesora de derecho en la Universidad de Fordham en Nueva York, se expresó esperanzada porque su cliente tiene familia en Arabia Saudí que lo puede albergar, y un gobierno con la autoridad para garantizar su seguridad.

"Hago este trabajo con una mente abierta", dijo Rayner.

Los que han promovido el cierre de ese centro de detención aseveran que Estados Unidos debe apresurarse porque el raciocinio para la detención se desvanecerá cuando las fuerzas estadounidenses se retiren de Afganistán en el 2014, lo que de hecho pondrá fin a la guerra que llevó al establecimiento de las instalaciones en enero del 2002.

"Nuestra credibilidad ya está por el suelo, y lo poco que queda quedará aun más afectado si seguimos manteniendo presos después de que las razones hayan vencido", comentó Morris "Moe" Davis, un coronel retirado de la Fuerza Aérea que por dos años fue el principal integrante de la comisión militar de Guantánamo.

Los reos en la categoría de "detención indefinida" incluyen tres saudíes —entre ellos al-Shimrani — que se quedaron en Guantánamo aunque compatriotas suyos salieron y fueron enviados a centros de rehabilitación.

Se incluyen ahí también dos kuwaitíes, Faez al-Kandari y Fawzi al-Odah, que son acusados de ser parte de una red terrorista y siguen confinados a pesar de que Kuwait ha construido un centro de rehabilitación para ellos, que permanece vacío. En la lista están también varios afganos, que según fuentes oficiales podrían ser canjeados con el Talibán por un prisionero de guerra estadounidense, Bowe Bergdahl, de Idaho.

Al-Shimrani trabajó como maestro en Arabia Saudí y fue acusado de entrenarse con al-Qaida y de luchar contra la Alianza del Norte, y posiblemente de ser guardaespaldas de Osama bin Laden. Rayner argumenta que ya no hay razones de seguridad para mantenerlo preso.

La mayoría de los documentos relevantes a su caso han sido calificados como secretos. En general, sin embargo, la razón por la que el gobierno ha mantenido a presos en la lista de detención indefinida es porque su captura se hizo gracias a la ayuda de gobiernos extranjeros que no quieren ser identificados, o porque las autoridades estadounidenses usaron tecnologías que prefieren no divulgar, dijo Davis. "No es porque no haya pruebas, sino por la incapacidad de usar esas pruebas".

El teniente coronel de la fuerza aérea Barry Wingard, un abogado militar de al-Kandari, quien está acusado de producir propaganda de al-Qaida, insiste en que hay una falta de pruebas. "Si el gobierno pudiese procesar a estas personas con todas las de la ley, ya lo hubiera hecho, pero no pueden así que no lo harán", dijo Wingard.

Estados Unidos comenzó a usar la base de Guantánamo para confinar allí "combatientes enemigos" en los caóticos primeros días de la guerra en Afganistán. Al-Shimrani, capturado en Pakistán tras huir de Afganistán, fue uno de los primeros allí y parte de un grupo de presos que, se esperaba, divulgaría información importante sobre al-Qaida. Eventualmente fue interrogado 88 veces, según documentos judiciales. La prisión, entretanto, llegó a tener 680 presos, la mayoría afganos o saudíes.

Bajo gran presión internacional, Obama prometió cerrar la cárcel cuando asumió la presidencia pero el Congreso se lo impidió y aprobó legislación que prohibió el traslado de prisioneros a territorio estadounidense y dificultó el traslado a países en extranjero.

En enero del 2010, una comisión gubernamental dividió a los prisioneros en tres grupos: los que deberían ser considerados para un proceso judicial; los que deberían ser trasladados al exterior o puestos en libertad; y los que deberían ser detenidos indefinidamente por las leyes de guerra. En ese momento había 48 en la lista de detención indefinida pero dos de ellos han fallecido. La cantidad además podría aumentar, ya que la veintena de presos considerados para ser procesados no pueden encausados porque el Congreso ha impedido que sean enjuiciados en las cortes civiles y una corte de apelación determinó que no pueden ser acusados por una comisión militar.

Entretanto, el gobierno sigue adelante con los juicios militares para aquellos detenidos que fueron considerados aptos para ser procesados. El domingo, funcionarios del Departamento de Defensa viajaban a Guantánamo para las audiencias preliminares de cinco prisioneros acusados de ser partícipes en los ataques del 11 de septiembre. Se estima que el juicio empezará dentro de un año por lo menos. El número preciso de prisioneros que puedan ser procesados dependerá del éxito de apelaciones judiciales y otros factores.

Estados Unidos también ha progresado en el trámite de unos 90 prisioneros que pueden ser trasladados o puestos en libertad, y en días recientes nombró a un representante del Departamento de Estado para que dirija esas gestiones y apruebe las transferencias de dos argelinos hace tiempo postergadas.

Por lo tanto la suerte de los que tienen detención indefinida queda ahora en manos de la Junta de Revisiones Periódicas. En los primeros años de su cautiverio, al-Shimrani expresó desdén hacia la idea de que una comisión sea la que decida sobre si enjuiciarlo como enemigo combatiente y una vez envió un mensaje desafiante espetando "Júzguenme como les plazca".

Esa actitud rebelde quizás se haya suavizado con los años. Al-Shimrani, dijo Rayner, está "intranquilo" por su encarcelamiento sin fin.

"La detención indefinida es bastante cruel, deja a la persona psicológicamente desorientada", comentó.