SALISBURY, Carolina del Norte — Thomas Eric Duncan fue recordado el sábado como un hombre compasivo y de gran corazón cuyas virtudes pueden haberlo llevado a contagiarse de ébola en su Liberia natal y posteriormente morir como la primera víctima de la enfermedad en Estados Unidos.

Familiares y amigos se reunieron en una pequeña iglesia bautista con una multitud en su mayoría liberiana cerca de donde viven la madre de Duncan y otros miembros de la familia.

Los vecinos de Duncan en Liberia creen que se contagió por ayudar a una mujer embarazada que más tarde murió de ébola. No estaba claro si él conocía su diagnóstico antes de viajar a Estados Unidos. Duncan negó haber ayudado a su vecina enferma, pero ello sería coherente con el carácter bondadoso que siempre mostró, dijo su sobrino Josephus Weeks de la vecina Kannapolis.

"No tengo ninguna duda de que lo que se describe en las noticias es algo que Eric haría", dijo Weeks, quien al igual que Duncan tiene 42 años y creció en la misma casa que su tío. 

"Eric habría estado ahí y ayudado a esa mujer. Y habría hecho todo lo que hiciera falta por esa mujer para asegurarse de que estuviera bien", dijo. 

El obispo metodista retirado Arthur Kulah dijo que Duncan asistió a una escuela secundaria que el clérigo ayudó a establecer en la vecina Costa de Marfil para los refugiados de la guerra civil de Liberia, la cual devastó el país en la década de 1990.

Para generar ingresos, Duncan improvisó una conexión telefónica con el fin de permitir a los otros refugiados ponerse en contacto con familiares en el extranjero en busca de ayuda, dijo Kulah.

"La gente iba allí sin dinero y recurrían a él, y él estaba dispuesto a darles tiempo para hablar con su gente. Había algunas personas que pagaban y algunas que no", dijo Kulah. "Era un hombre joven muy compasivo, un joven respetuoso".

Unos 40 amigos y familiares —muchas mujeres con velos de colores— se reunieron dentro de la iglesia de 100 asientos y escucharon mientras los oradores recordaron a Duncan, acompañados por un piano eléctrico y bongos. Su madre llorosa se sentó en la primera fila. El hijo de 3 años de Weeks le secó las lágrimas con un pañuelo.

Duncan dejó Costa de Marfil y aprendió mecánica automotriz y soldadura en una escuela de las Naciones Unidas para refugiados en Ghana, dijeron sus familiares. Llegó a Estados Unidos con la esperanza de conseguir varios trabajos, ahorrar dinero y construir un futuro, dijo su pariente Harry Korkoya.

A Duncan le sobreviven cuatro hijos, ninguno de los cuales pudo asistir a la ceremonia, señaló Weeks.