WASHINGTON. — Una cena de Estado en la Casa Blanca siempre ha sido una de las invitaciones más codiciadas en Washington: el ambiente glamuroso, las personalidades con esmoquin o vestido largo, la comida preparada por la cocina más famosa del país.

Pero cada vez es más difícil entrar en la lista de invitados. El presidente Barack Obama ha celebrado el menor número de cenas de Estado desde el mandato de Harry S. Truman a mediados de la década de 1940.

Obama ofreció siete en sus primeros seis años de mandato y tiene previstas dos más este año: el 28 de abril para los gobernantes de Japón y más adelante para los de China.

Truman fue el anfitrión de apenas seis cenas durante casi sus ocho años en la Casa Blanca.

Con todo el ceremonial, la cena de estado en la Casa Blanca es el más alto honor diplomático que reserva Estados Unidos para sus aliados y otros países. Es a la vez el evento más suntuoso que realiza el gobierno.

El Departamento de Estado paga la cuenta, que fue de unos $500,000 en promedio para cada una de las cenas de estado de Obama, dijo el vocero de la Casa Blanca, Patrick Ventrell.

Ventrell y otros dijeron que se tuvieron en cuenta los costos cuando Obama asumió en 2009, en medio de la crisis económica más grave desde la década de 1930.

En vista de las penurias económicas que sufría el país, las autoridades buscaban distintas maneras de cimentar las relaciones con gobiernos extranjeros sin gastar cientos de miles de dólares de los contribuyentes en cenas de etiqueta.

Obama realizó su primera cena de estado hacia el final del primer año de su presidencia: el invitado fue el entonces primer ministro indio Manmohan Singh.

Los invitados siguientes fueron los gobernantes de México, Alemania, Corea del Sur, Gran Bretaña y Francia.

Los colaboradores de Obama dicen las relaciones con gobernantes extranjeros y las distintas maneras de interactuar con ellos son más importantes que el número de cenas de estado en su calendario.

"La cena de Estado es una herramienta útil y eficaz de la diplomacia a la que solemos recurrir", dijo Ventrell.

Obama se ha reunido cientos de veces con sus contrapartes en ambientes tan formales como la Oficina Oval y tan informales como un campo de golf en Hawai.

También hablan por teléfono. De los 11 presidentes que siguieron a Truman, el récord lo tiene Lyndon B. Johnson, con 54 cenas en 62 meses en la Casa Blanca, según la Asociación Histórica de la mansión presidencial.

Ronald Reagan, el actor convertido en político que sabía organizar fiestas: tuvo 52 en sus ocho años.

Jimmy Carter, a quien le gustaba presentar una imagen de frugalidad, organizó 28 en sus cuatro años.

La cena de Estado es la culminación de una visita oficial, que empieza con trompetas y salvas de cañones en el Jardín Sur de la mansión, sigue con reuniones, una conferencia de prensa conjunta del huésped y el presidente y un almuerzo formal en el Departamento de Estado.

Luego viene la cena, en la cual el presidente vestido de esmoquin levanta su copa para brindar por las relaciones entre los dos países frente a cientos de invitados: altos funcionarios, legisladores, empresarios, celebridades e invitados especiales, además de la prensa.

"No lo dude, cada país que viene quiere una visita de Estado", dijo Ann Stock, secretaria de asuntos sociales de la Casa Blanca durante la presidencia de Bill Clinton.

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