Austin - El presidente, Barack Obama, considera "muy preocupante" la aplicación de la pena de muerte en su país, aunque evita posicionarse explícitamente en contra, según una entrevista publicada hoy.

"Hay crímenes tan inaceptables, que entiendo que la sociedad necesite mostrar su indignación. Así que no me he opuesto, en la teoría, a la pena de muerte, pero en la práctica su aplicación es muy preocupante", declaró Obama a "The Marshall Project", una web especializada en información de justicia penal.

Obama citó el "prejuicio racial", la "ineficiencia" del sistema, las inyecciones defectuosas o la condena de inocentes como algunos de los motivos que lo han llevado a dudar de la pena capital.

"Sabemos de personas en el corredor de la muerte que han sido liberadas porque se ha demostrado que eran inocentes", afirmó el presidente.

"Sabemos -prosiguió- de casos recientes en los que la aplicación de la pena de muerte no ha sido rápida y sin dolor, sino más bien torpe y espantosa. Todo esto me ha llevado a expresar algunas reservas importantes".

Obama abogó, además, por "un examen profundo de la pena de muerte" dentro de la reforma del sistema de justicia penal que su Gobierno quiere emprender.

El mandatario quiere que el Congreso empiece por aprobar, este año, una reducción de penas a los condenados por delitos no violentos relacionados con las drogas, que afectan principalmente a los hispanos y a los afroamericanos en este país.

Obama ya mostró hace un año sus reservas con la pena de muerte tras una serie de ejecuciones fallidas en Arizona, Ohio y Oklahoma, y desde entonces la mayoría de estados han suspendido de manera indefinida la aplicación del castigo capital.

Además, algunos magistrados del Tribunal Supremo de Estados Unidos ya han iniciado un debate público acerca de la idoneidad de mantener la pena de muerte en el país.

En Estados Unidos han sido ejecutados 1,418 presos desde que el Tribunal Supremo, precisamente, reinstauró la pena de muerte en 1976 y cerca de 3,000 esperan su turno en el corredor de la muerte de los 32 estados -de 50- en los que sigue vigente la pena capital.

Según un sondeo difundido esta semana, el 61 % de los estadounidenses aún apoya la pena de muerte, lejos del 80 % que alcanzó hace un par de décadas, mientras que un 37 % está ahora en contra.