Los republicanos del Congreso encaran de nuevo la posibilidad de protagonizar otro fracaso legislativo en sus intentos por derogar y sustituir la actual ley de salud, conocida como Obamacare, a medida que sus propios senadores se muestran cada vez más reacios a apoyar su última alternativa.

El senador republicano por Kentucky, el libertario Rand Paul, confirmó hoy que votará en contra de la propuesta que se está considerando actualmente, siguiendo la estela del senador por Arizona, John McCain, quien ya expresó su oposición a finales de la semana pasada.

Asimismo, el senador republicano por Texas, Ted Cruz, dijo este fin de semana que en la forma actual la legislación no cuenta con su apoyo, mientras que la senadora por Maine, Susan Collins, también está en la lista de noes.

Con este panorama, los republicanos verían fracasar de nuevo su propuesta de derogación de Obamacare, ya que solo pueden permitirse la negativa de dos senadores de su bancada, y eso hasta el 30 de septiembre, fecha límite para aprovechar una excepción legislativa que les permitiría aprobarla por mayoría simple.

Después de esa fecha, necesitarían al menos 60 votos a favor para avanzar con el procedimiento y, por tanto, el imposible apoyo de algunos demócratas, opuestos en bloque a la medida para tumbar Obamacare, nombre popular con que se conoce a la reforma sanitaria que impulsó en 2010 el entonces presidente, Barack Obama.

Con la intención de mantener viva su propuesta, los senadores Lindsay Graham y Bill Cassidy, autores del texto, hicieron cambios de última hora durante el fin de semana, incluyendo la asignación de más fondos a los estados de los senadores más reticentes al texto.

Aún no está claro cuál es la postura final de todos los que dudan sobre su voto, pero las perspectivas no son nada halagüeñas.

La líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, aseguró hoy que los cambios más recientes en el proyecto de ley "sólo empeoran los costosos costes y acentúan la crueldad que su proyecto de ley inflige a millones de estadounidenses con enfermedades preexistentes y a las familias trabajadoras en todo el país".

"Los republicanos deben dejar de empeorar un proyecto de ley ya peligroso y unirse a los demócratas para lograr un progreso bipartidista constructivo para mejorar y actualizar la atención de salud de los estadounidenses", añadió.

El proyecto propuesto derogaría partes clave de Obamacare, como el mandato individual por el que los ciudadanos son multados si no obtienen seguro y los subsidios a las aseguradoras y los fondos para la ampliación de Medicaid -acceso sanitario para las personas con bajos recursos-, con subvenciones en bloque que serían entregadas a los estados.

Además, la Oficina no partidista de Presupuesto del Congreso (CBO, en inglés) no ha tenido tiempo para evaluar su impacto económico ni cuáles serían las consecuencias para los estadounidenses.

Las propuestas anteriores que plantearon los conservadores hubieran supuesto entre 22 y 32 millones de personas sin seguro médico en los próximos diez años, según la CBO.