Gracias a un vecino que se quedó, Pam Szymanski sabe que el huracán Irma se llevó una ventana de la sala de estar de su casa en el sudoeste de la Florida, pero no está segura de lo que encontrará cuando regrese. 

“Lo único que sé es que nos tenemos que ir de aquí mañana, porque tenían reservas”, expresó la mujer el lunes en el lobby de un hotel del centro de Atlanta donde llegó con su madre, dos hijos y dos perros. Tienen reservas en un hotel de Valdosta, Georgia, a 563 kilómetros (350 millas) de su casa en Fort Myers. 

“No quiero toparme con carreteras cerradas”, señaló. “Pero quiero regresar a mi casa y empezar a limpiar”. 

La familiai Szymanski fue parte de una de las evacuaciones asociadas con una tormenta más grandes en la historia de Estados Unidos luego de que el gobernador Rick Scott diese a 6.5 millones de personas la orden de evacuar ante la llegada de Irma. 

Ahora que Irma se dirige al norte, se espera el retorno masivo de los evacuados, lo que genera temores de gigantescos atascamientos del tránsito en medio de gran incertidumbre en torno a la disponibilidad de gasolina y alimentos, con zonas todavía inundadas y sin electricidad. Se especula que esta situación podría durar semanas. 

Por ello Scott pidió a los evacuados que no apresuren su retorno a sus casas. 

“El impacto de la tormenta se va a seguir sintiendo después de su paso”, expresó el gobernador en su cuenta oficial de Twitter, en la que pidió a los residentes que acaten las recomendaciones de las autoridades locales en torno a cuándo volver. Poco después repitió un tuit de la oficina a cargo del manejo de emergencias, FEMA, por sus siglas en inglés, recalcando que Irma “afectará la vida diaria” mucho después de haberse ido. 

Eso no es lo que la gente quiere escuchar al contemplar una repetición de los largos viajes que hicieron hace algunos días, durante la evacuación masiva. 

Carin y David Atkins, de Pinecrest, Florida, planeaban irse de su hotel de Atlanta el martes por la mañana y encaminarse a su casa con sus hijos Molly y Thomas. Dijeron que tenían reservas de hotel cerca de Cabo Cañaveral, a poco más de mitad de camino de su casa en las afueras de Miami. 

“Llamé para confirmar que hay luz”, dijo David Atkins. 

Su esposa afirmó que pueden vivir sin luz por varios días. Recordó que el servicio eléctrico estuvo interrumpido 47 días tras el paso del huracán Wilma en el 2005. Se fueron solo por la amenaza de grandes marejadas, que al final de cuentas no llegaron a su casa. 

Otras personas que se fueron de sus viviendas todavía no saben cuándo volverán. 

Stephanie Clegg Troxell estaba cerca de Nashville, en Tennessee, en una caravana familiar que incluye tres vehículos y un remolque, cinco adultos, cinco niños, 13 perros, tres ponys y un cerdo. El viaje desde New Port Richey, en la Florida, al norte de Tampa Bay, tomó más de 17 horas. 

Troxell dijo que su esposo se quedó en la casa y ahora está retirando con amigos un árbol que cayó sobre el techo de la vivienda. No tienen luz. 

“No sabemos cuándo nos iremos. Y ahora se viene otro huracán”, expresó Troxell, aludiendo a José. “Me gustaría volver cuando no haya vientos de 30 millas (48 kilómetros) por hora”. 

En Winston-Salem, Carolina del Norte, Rea Argonza tenía miedo de quedarse sin dinero. 

“Estar aquí representa un gran sacrificio económico”, dijo Argonza, quien vino con su esposo y cinco hijos desde San Augustín, Florida. Se instalaron en dos hoteles a más de 800 kilómetros (500 millas) de su casa, cerca del campus de la Universidad de Wake Forest. “Ya llevamos gastados cerca de 1,000 dólares. Creo que esta evacuación nos va a costar unos 3,000 dólares”. 

Los evacuados trataron de distraerse e incluso organizaron alguna fiesta. 

Argonza festejó sus 32 años en Carolina del Norte. Una hija de Troxell cumplió 13 años el lunes en Tennessee y la familia visitó una feria estatal, unas cascadas y el complejo Opryland durante el viaje. 

Pero nada de esto alivió a Tank, el cerdo de la familia, que parece extrañar su casa y, sobre todo, la piscina donde se baña. “Extraña el ambiente tropical de la casa”, dijo Troxell.