A solo 22 días de que la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) anunciara medidas para enfrentar la temporada seca, los principales embalses reflejan importantes descensos en sus niveles de agua.

En Carraízo, que suple agua a los abonados de Carolina, Trujillo Alto, Río Piedras, Cupey, entre otras regiones metropolitanas, el nivel actual es de 39.98 metros cúbicos. 

Una reducción de medio metro cúbico adicional lo colocaría en el nivel de observación, que es la primera bandera de advertencia en la escala de vigilancia de la AAA.

El lago Carraízo tenía un nivel de 40.67 metros cúbicos el pasado 13 de marzo, cuando la AAA anunció en rueda de prensa el comienzo de la llamada temporada seca, cuando se reduce significativamente la precipitación en todo el país.

Por otro lado, el lago La Plata, en Toa Alta, amaneció hoy, sábado, con un nivel de 48.40 metros cúbicos, frente a los 49.84 registrados el 13 de marzo. Este embalse, construido en 1974, provee agua potable a cerca de 448,000 personas en Bayamón, Toa Alta, San Juan y sectores de Guaynabo.

Aunque el nivel de observación comienza en los 43 metros cúbicos, la alta concentración de sedimento en La Plata hace más difícil la filtración del agua a medida que se acerca a ese punto, según información destacada por la AAA en su página electrónica.

Desde el 13 de marzo hasta hoy, sábado el lago Guajataca ha bajado de 192.77 a 192.06 pies; Cerrillos de 168.13 a 166.87; Cidra de 401.46 a 400.93; Caonillas de 249.77 a 249.35 y Toa Vaca de 148.22 a 148.02. Contrario a los embalses de Carraízo y La Plata, en estos lagos la medición se registra en pies.

Al presente Toa Vaca y Guajataca se han mantenido en niveles de observación. En el caso del lago que ubica entre Quebradillas y San Sebastián los registros históricos mencionan que estuvo a punto de llegar a su punto crítico en 2007.

Cidra, por otro lado, estaba en nivel de seguridad en marzo y ya descendió un renglón hasta el nivel de observación. Patillas, en cambio, perdió su estatus óptimo y bajó a nivel de seguridad.

En los embalses, la escala gubernamental consta de seis niveles: desborde, seguridad, observación, ajustes operacionales, control y fuera de servicio. Cuando hay lluvia significativa en la cuenca y los niveles suben rápidamente, para evitar el nivel de desborde, se abren las represas temporalmente.

El nivel de seguridad no supone problemas mayores, pero si se notan descensos progresivos, dependiendo de su capacidad, el embalse puede entrar a nivel de observación y después de ese nivel, en la etapa de ajustes operacionales, pueden aplicarse planes de racionamiento.

La AAA anunció a mediados de marzo una campaña educativa para promover el uso eficiente del recurso agua, toda vez que se espera que el fenómeno de El Niño se refleje en Puerto Rico con condiciones secas en los meses de verano.

Con los esfuerzos de conservación desde la primavera, la corporación pública espera que no se repita la amenaza del verano pasado, cuando las lluvias asociadas a la tormenta Bertha llegaron justo a tiempo para evitar el plan de racionamiento en el área metropolitana.

El problema de la sedimentación en los embalses persiste y la situación se hizo muy evidente durante el periodo seco de 2014, cuando ya en julio muchos abonados denunciaban por redes sociales que por sus grifos salía un líquido viscoso que parecía contener tiza.

En ese momento, Alberto Lázaro, presidente ejecutivo de la AAA, indicó que el agua se podía consumir, pero que su apariencia desagradable respondía a una mayor concentración de manganeso.