Canóvanas.  Fue cura para muchos canovanenses, fue médico y “recetó” y hasta hizo un santiguo cuando se lo suplicó el padre de una criatura que venía virada en el vientre de la madre.

Al despedirse ayer de la alcaldía, José “Chemo” Soto contó que él fue todo eso para su pueblo;  que nunca quiso ser “un honorable”, sino el alcalde de los más pobres, a los que les abrió siempre los brazos para ayudarlos.

Con su porte de siempre -esbelto y elegante; vistiendo una fina camisa de seda azul, pantalón blanco y zapatos del mismo color- Chemo aprovechó último día en la alcaldía para darle consejos a su hija Lornna, quien lo va a sustituir en el puesto.

La lección de política  de Chemo es sencilla, pero solo teoría. Lo difícil es ponerla en la práctica.

“A Lornna le aconsejo que sea de pueblo, como he sido yo, que baje al pueblo, que camine y se abrace con la gente, que el sentimiento de cada cual sea el suyo, que llore con el que llora y ría con el que ríe”, le dijo a su hija durante una emotiva ceremonia de despedida celebrada ayer en el municipio.

Chemo dio hasta la receta de cómo manejar a los que llegan  “endemoniados” a la alcaldía. Él escucha al hombre o mujer desesperado y le proyecta paz. “Yo no tengo enemigos”, dijo, exhibiendo como siempre el sombrero blanco de dandy, que tanta fama le ha dado.

También habló ayer de la prensa y,  campechano como siempre, dijo que algunos medios los cubren porque “él vende”.

Reveló que en 21 años de alcalde  intentaron sobornarlo muchas veces y en todas esas instancias él botó  al que le hizo el ofrecimiento vil.

Mencionó los momentos difíciles de su vida, entre otros,  la muerte de su mamá (la que le enseñó que lo ajeno no se puede tocar);  cuando el Gobierno central le quitó $40 millones para obras en el municipio (evento que lo llevó a vestir el famosísimo chaquetón blanco con las obras suspendidas escritas con magic marker); y el último, el arresto de uno de sus hijos bajo acusaciones de narcotráfico.

“Yo no esperaba eso... Fue un golpe duro, pero gracias a Dios lo estamos pasando. Estoy esperando que salga, que pueda salir pronto (de la cárcel) para que pueda emprender un camino nuevo, para ayudarlo a echar hacia adelante”, dijo acerca de su hijo  Christian.

Manuel Santana González, legislador municipal de Canóvanas, descifra que el éxito de su amigo de toda la vida se debe a que fue bendecido con un carisma sin igual y con él logro lo que políticamente parecía imposible en Canóvanas: quitarle al Partido Popular Democrático (PPD) uno de sus bastiones.

Santana González -que comparte con Chemo el gusto de los que todos los días se ponen  “de punta en blanco”- lo acompañó en las lides del deporte cuando ambos eran jóvenes. En las pequeñas ligas comenzó todo, en la década del 70.

¿Por qué deciden entrar en política? 

“Por inspiración”, dice don Manuel, quien se apresura a explicar que del deporte a la política “un paso fue”.

¿Qué hará Chemo Soto de ahora en adelante? 

Su motor es la fundación para trabajar con obras comunitarias. Lo de senador lo tiene, por ahora, descartado.

“Él va a disfrutar su soltería”, dijo su hija Lornna, con picardía, y otros en el pueblo coinciden con ella.