El caso de una adolescente de Sabana Grande que casi pierde su último año de escuela superior tras recibir un diagnóstico de cáncer inspiró un proyecto de ley aprobado este jueves en el Senado, que establecería medidas de acomodo razonable para que los estudiantes con enfermedades crónicas puedan continuar recibiendo servicios educativos aunque estén sometidos a períodos largos de tratamiento.

El Proyecto del Senado 1138, de la autoría de la senadora independentista María de Lourdes Santiago, crearía la “Ley Angeli Rivera Ortiz de Acomodo Razonable para Estudiantes con Enfermedades Crónicas Remediables”, en honor a la alumna que el año pasado recibió un diagnóstico de linfoma de Hodgkin, y casi pierde el año escolar, pues la administración de la institución donde estudiaba planteó que no había cumplido todos los requisitos académicos.

Relacionadas

Si se convierte en ley, la pieza, que pasa ahora ante la consideración de la Cámara de Representantes, aplicaría tanto a escuelas públicas como privadas.

“Esta media protege los derechos de todos los jóvenes del País a tener estudios sin límites, sin fronteras ni impedimentos, independientemente les surja una enfermedad de salud crónica”, manifestó la senadora Rossana López, presidenta de la Comisión de Derechos Civiles, Participación Ciudadana y Economía Social, que evaluó la medida.

López comentó ante el pleno senatorial que, durante el proceso de vistas públicas, se le acercaron varias familias con casos de jóvenes que, al igual que Rivera Ortiz, confrontaron serias dificultades para cumplir con las exigencias académicas debido a su situación de salud.

La legislación define como “enfermedad crónica” un trastorno anatómico que afecte uno o más de los siguientes sistemas del cuerpo: neurológico, músculo-esqueletal, respiratorio, gástrico, auditivo, visual, cardiovascular, sanguíneo, endocrino, linfático, entre otros. El término también aplicaría a condiciones como el cáncer, la hemofilia, el virus de inmunodeficiencia humana, entre otras enfermedades que pudieran requerir hospitalizaciones frecuentes o prolongadas, así como tratamientos que pudieran interferir con el horario escolar.

Como parte del acomodo razonable, el estudiantado con algún tipo de enfermedad crónica recibiría asistencia tecnológica con la intención de que pueda participar de manera virtual en la discusión del salón de clases.

“En este proceso, descubrimos que había muchas familias que estaban bajo un silencio que, tan pronto vieron esta medida empezaron a decir ‘eso me pasó a mí’, pero nunca se atrevieron a hablarlo porque, de momento, lo más importante es la salud” del joven, expresó a este medio el padre de Rivera Ortiz, Ángel Rivera, quien observaba el proceso legislativo desde las gradas del hemiciclo.

Rivera Ortiz completó su cuarto año, se graduó de escuela superior y hoy es estudiante del Recinto Universitario de Mayagüez.

“Es un asunto mínimo de humanidad. En un país en que tenemos una tasa de deserción altísima, que se habla de cómo uno puede hacer algo por la juventud, estos son muchachos con enfermedades serias, que lo que quieren es seguir estudiando”, subrayó, por su parte, la senadora Santiago.

La legisladora del Partido Independentista Puertorriqueño señaló que actualmente estos estudiantes están sometidos a la completa discreción de la administración de las distintas instituciones educativas del País.