Si preguntásemos a los puertorriqueños qué recuerdan y qué les resulta memorable de la visita del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, a nuestra Isla,  muchos contestarán “su aparición inesperada en Kasalta”, donde degustó  un sabroso medianoche, que pagó de su propio bolsillo.

Ese día, el 14 de junio de 2011, tras concluir sus actividades de recaudación y protocolarias con el gobernador Luis Fortuño, Obama se presentó de impromptu en Kasalta, donde  se reunió  con el entonces candidato a la gobernación por el Partido Popular, Alejandro García Padilla. 

“Hablamos de los grandes retos que tenemos por delante, incluyendo la creación de empleos, el desarrollo económico, la seguridad y el status”, relató luego García Padilla.

“El presidente ha iniciado una nueva etapa en las relaciones de Puerto Rico y Estados Unidos. No me cabe duda de que los puertorriqueños tenemos en el presidente Barack Obama un gran amigo y aliado de Puerto Rico”, expuso García Padilla. 

Desde ese sándwich  para acá ha llovido estrepitosamente. Nos hundimos en una deuda de $70 mil millones, de la que se tendrían que hacer tres pagos por un total de $1,500 millones para junio.

Hoy parecería estarse cumpliendo la “frase lapidaria” con que  el gobernador citó a Obama: “El presidente ha iniciado una nueva etapa en las relaciones de Puerto Rico y Estados Unidos...”.

Estados Unidos está  poniendo las cartas sobre la mesa.

En abril de 2013,   Obama anunció la asignación de $2.5 millones  para la celebración de una consulta sobre el status político de la Isla.

En diciembre de 2015, el procurador general federal expresó:  “Puerto Rico sigue siendo un territorio bajo nuestro sistema constitucional”.

En enero de 2016, la Casa Blanca incluyó en su lista de prioridades la crisis fiscal de la Isla y pasó la papa caliente al Congreso, urgiéndolo a reestructurar la deuda del País.

Da la impresión que desde ese medianoche en Kasalta la Casa Blanca ha venido cocinando algo de alta confección, en esa “nueva etapa de relaciones”. 

“Los últimos seis meses han sido aleccionadores. La gente pensaba que Obama y el Congreso nos iban a dar ayuda, más allá de los nobles sentimientos”,  nos comentó, con frustración, un conocido político popular. “Es el reto fiscal más grande que enfrentamos, desde hace 80 años”, rumió.

Hace 80 años, durante la Gran Depresión,  en la Isla se registró  la alucinante cifra de 65%   de desempleo. La miseria y el hambre nos arropaban. La dependencia de Estados Unidos fue cada vez más en aumento. Había más pobreza con EE.UU. que con España.

De esa coyuntura de miseria nació el Partido Popular Democrático y el Estado Libre Asociado (ELA), ahora en jaque.

“El Congreso no nos quiere ayudar. Obama no nos quiere ayudar y el Tesoro nos niega el financiamiento temporal para el pago a los acreedores”, lamentó el conocido político popular.

Ahora, esperan por importantes  decisiones del Tribunal Supremo federal: una, para que  determine lo que siempre se ha sabido, que somos una colonia bajo la cláusula territorial del Congreso. Esperan, además, por la celebración de  la audiencia oral en la que se ventilará   si la Isla tiene autoridad para legislar una ley de quiebra.

Falta por ver, de otra parte, si el Congreso endilgará a Puerto Rico la  junta de control fiscal, que gobernaría por encima  de cualquier partido que gane las elecciones, dándole el jaque mate al ELA.

No hay mal que por bien no venga, dijo el avezado político, porque “si el Supremo federal sostiene que Puerto Rico no tiene soberanía y que el poder emana de la Constitución federal, entonces el ELA se convierte en una extensión federal, lo que obliga a Estados Unidos a pagar la deuda”. 

“Toda acción del ELA  se convierte en una  acción federal”, recalcó. De acuerdo con   esta interpretación, le toca a Estados Unidos responder por la deuda y pagar a los acreedores.  “Los bonistas tendrán  que demandar al Congreso”, puntualizó. 

Cabe preguntar si esto  es parte de la  estrategia del presidente Obama, en “la nueva etapa de relaciones”, para obligar al Congreso a cumplir con sus responsabilidades.

“A nosotros, los populares, no nos va a quedar más remedio que avalar y respaldar la posición de David Bernier, quien se comprometió  a trabajar por un status no colonial, fuera de la cláusula territorial”, apuntó.

Desde el medianoche para acá llueve y no escampa.