Juan Eugenio Hernández Mayoral dejó el bibí y Melinda Romero Donnelly “divulgó” en una conferencia ante la prensa que tenía piojos.

Los hijos de los ex gobernadores Rafael Hernández Colón y Carlos Romero Barceló rememoraron ayer sus travesuras y experiencias de niños en La Fortaleza y les dieron consejitos a los nuevos moradores infantiles del Palacio de Santa Catalina: Ana Patricia, Juan Pablo y Diego Alejandro García Pastrana.

Juan Eugenio llegó a La Fortaleza con apenas tres años de edad. “Obviamente ese primer cuatrienio fue de adaptación, pero fue bien bueno. Era un niño de tres años con una casa tan grande donde se podía jugar al esconder y con tantas personas trabajando allí. Uno podía jugar y hacer travesuras. Esa experiencia de niño fue para mí bien agradable. Ya en la segunda ocasión tenía 15 años y fue un proceso distinto. Ya yo estaba en escuela secundaria”, cuenta “el Tigre”.

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“Ya no era un lugar nuevo para mí, pero era otra perspectiva de vida, de salir los fines de semana al Viejo San Juan para compartir con amistades y de invitarlos a compartir en La Fortaleza. Fueron dos momentos diferentes, pero muy positivos para mí. En resumen, fueron 12 los años que viví allí”, relata el ex senador.

Recordó un trato que hizo con su papá recién llegados a La Fortaleza. “Él fumaba pipa y le dije que, si dejaba la pipa, yo dejaba de tomar biberón y así fue. También recuerdo los cumpleaños que me hacía mi mamá en el Jardín Hundido. Invitaban amiguitos y traían payasos. Era agradable”, dice.

Aconsejó a los hijos del gobernador Alejandro García Padilla que se mantengan en su vida familiar. “Que no dejen de ser ellos, que traten de vivir la vida lo más normal posible”, y pidió a los medios de comunicación que “permitan a esos niños ser niños”.

Melinda llegó a La Fortaleza a los cinco años y salió a los 13. “La realidad es que me mudé para una casa bien grande, donde trabajaba mucha gente, pero yo no tenía la capacidad para entender la razón por la cual estaba allí. Mi playground eran las oficinas de toda La Fortaleza. Yo tuve muchos tíos y tías postizos que aportaron su granito de arena en la persona que yo me convertí después. Allí crecí y mi socia Cariba, mi perra, era mi eterna acompañante. Era una compañera de todo, hasta de maldades que hacía con ella”, dice Romero Donnelly.

“Recuerdo haber entrado a una conferencia con el Gabinete y había medios de comunicación y yo acercarme a mi papá para anunciarle que tenía piojos... hoy en día sería bien diferente”, relata. Recordó también que en una ocasión botaron de La Fortaleza a un reportero que quiso “sacarme información. Eran otras épocas. Tengo que reconocer que a nosotros nos dieron la oportunidad de crecer, de no estar expuestos a las campañas ni a la palestra pública”.

Le recomendó a García Padilla que mantenga a sus hijos al resguardo de los medios de comunicación.

Por otro lado, Romero Donnelly dijo que no hay necesidad de que los hijos de un gobernante estén expuestos al ojo público.

“Lamentablemente (a los hijos de García Padilla) van a tener que enseñarles a soportar y a tener piel de lagartijos, porque van a enfrentar las críticas a sus padres y, a esa edad, es bien difícil, uno no entiende”, dijo la ex senadora, quien contó que ella enfrentó “conspiraciones” para que se desligara de amigas de prominentes políticos adversarios de su padre.