Funcionarios reaccionan indignados a lo que dijo la legisladora María Milagros Charbonier, quien aseguró que $3,400 mensuales no le dan para vivir, mientras que ellos sobreviven con  mucho menos.

Bienvenido Ramos / Empleado de la Oficina del Procurador del Veterano

A Bienvenido Ramos, quien trabaja como oficial de servicios en la Oficina del Procurador del Veterano de Ponce, le sobran solo $482 quincenales  de su salario bruto de $1,250 después de las deducciones por préstamos con Aeela, el Sistema de Retiro, más una pensión y las  típicas deducciones, como el plan médico y contribuciones.

Con  32 años como  servidor público y tras haber recorrido tres agencias gubernamentales, esta es la realidad de Ramos, que es similar a la de sus compañeros de trabajo.

“Tengo que usarlos para  pagar la casa,  la gasolina, el agua, la luz, el teléfono y los nenes, que son cuatro”, abundó el hombre  sobre lo que hace con esos $480 quincenales.   

Por la naturaleza  de su trabajo, Ramos tiene que hacer viajes a través de la Isla y, contrario a los legisladores,  le paga 40¢ la milla más   $8.00 para almuerzo y $4.00 para  desayuno.  “Me estoy volviendo loco. A veces  tengo que evitar pagar la luz en un mes y pagar el agua. A veces me he quedado tres o cuatro semanas sin teléfono. La verdad es que los recursos no son suficientes”, dijo, cuya esposa cobra  $1,500 mensuales. 

Sobre las expresiones de Charbonier, dijo que le  provocaron frustración. “Esta gente  está viviendo en la opulencia y la mayoría de los empleados públicos están en una situación crítica”.

Nayda Iris Rivera  / Maestra


Nayda Iris Rivera  quisiera  que la legisladora María Milagros Charbonier asistiera, aunque  fuera por 20 minutos, a la escuela  en la que enseña, la Margarita Janer Palacios, en Guaynabo, a ver si es verdad que el gas pela.

“Yo quisiera que la Charbonier viniera aquí y estuviera  20 minutos atendiendo a un grupo,  a ver... porque aquí se menosprecia la labor del maestro. Yo los reto... para que vieran los malabares  que nosotros tenemos que hacer para  tener una buena disciplina en el salón, para poder proyectar lo que tengo que enseñar y que ellos aprendan”, sostuvo la maestra de español al decir que se sintió indignada con las expresiones de la legisladora.  

Rivera lleva en el magisterio  27 años y tiene un ingreso bruto de $1,350 quincenales, que se traduce en $640   después de las deducciones. “Un maestro comenzando se gana $1,750 mensuales  y eso, de verdad, es indignante”, sostuvo Rivera, quien destacó que a ese total se le resta los gastos en los que incurren por el lado para sus alumnos.  

El coraje que siente, sin embargo, no la hace dudar ni por un segundo de la carrera que escogió, la cual la llena de orgullo y en la que estará hasta que cumpla su tiempo.

Carmen Maldonado  / Maestra


Carmen Maldonado recibe mensualmente $1,800. O sea, $100 menos que  lo que devengan los miembros de la Legislatura rasos cada 15 días. ¿Que cómo hace para vivir? Pues, como el resto de la clase trabajadora del país: haciendo de tripas corazones. 

“A mí lo que me dio  fue una rabia... pero cuando dijo que no le quitaban retiro ni Aeela, entonces quedé peor...”, señaló la maestra de comercio.

Entre los malabares que hace en el hogar para poder  subsistir   está el seleccionar cuidadosamente lo que van a comer por los próximos 15 días “para no salirme del presupuesto y, de todas maneras, a veces tengo que ir a unas de las cafeterías de aquí cerca a pedir fiao para tener desayuno y almuerzo”, destacó la maestra.  Por ley federal, un cierto número limitado de maestros son los que pueden beneficiarse del  servicio del comedor escolar.

Igualmente, antes iban semanalmente al cine y ahora la salida se ha limitado a una vez cada  mes y medio y a una película que toda la familia pueda disfrutar. “Yo recibo $1,800 mensuales y el de ella es quincenal, y tengo que pagar seguro de vida porque tengo dos hijos; plan médico y los préstamos que los hacemos al retiro y al Aeela porque si no, no cualificamos”, señaló.

Margarita Díaz  / Maestra


El sueldo de Margarita Díaz se reduce a $736 quincenales. Con ello viven ella, su esposo y sus tres pequeños. Y eso que el sueldo le subió $122.75 mensuales cuando inició  su maestría. 

El esposo de Díaz se quedó sin empleo tras el cierre de la cadena de tiendas de ropa de hombre para la que trabajaba. 

Díaz, quien es maestra de educación especial, ha hecho de todo para estirar el peso. Lo próximo que tendrá que hacer es sacar a su hija mayor del colegio privado, pues  en agosto  el segundo de sus pequeñines ya va para la escuela.

“Serían $600 de mensualidad y ese es mi sueldo”, lamentó. 

Díaz tampoco tiene plan médico privado, sino que optó por la Reforma de Salud. “Yo no puedo pagar un plan médico. El salario no me da... porque yo soy la que estoy corriendo el hogar”, lamentó la educadora que  tuvo que consolidar deudas para  no irse a la quiebra. “Así es que tratamos de  vivir”, apuntó Díaz, cuya maestría  está costeando a través de   préstamos estudiantiles.

Su sueño actual es tener una casita de al menos tres cuartos  para su familia. Contó que espera por la aprobación de un préstamo en el Sistema de Retiro para adquirirla. Sin embargo, esto se traducirá en una nueva reducción.

Aixa Sánchez  / Maestra


A pesar de que ama lo que hace, Kenieliz Medina, maestra de educación especial,   ya decidió que la carrera magisterial es algo pasajero en su vida.

La educadora, con cinco años en el magisterio –todos ellos de forma transitoria–, está agobiada no solo por la difícil situación económica que lleva como maestra, sino también por las injusticias con las que se ha topado en el camino.  

Por eso, cuando escuchó la quejadera de la representante de la Palma María Milagros Charbonier, Medina no pudo evitar indignarse,  pues a pesar de su preparación y compromiso, recibe un sueldo neto quincenal de $600, un cuadro similar al de la mayoría de los empleados públicos, que –para subsistir– toman préstamos con el Gobierno, los que se traducen en deducciones mensuales.

El día de Kenieliz comienza a las 6:00 de la mañana y termina a las 11:00 p.m., cuando llega a su hogar luego de  trabajar, llevar a su hijo de seis años a las tutorías para poder estudiar  y asistir  a un segundo trabajo como instructora en un gimnasio, ingreso adicional con el que trata –aunque no siempre lo logra– de empatar la batalla.

Aixa Sánchez  / Maestra


Aixa Sánchez  y su esposo son maestros, así que si alguien sabe cómo es vivir con  el salario magisterial, son ellos.  Y si hay algo que no pueden negar, es que  el sueldo no va en aumento, sino que  sigue disminuyendo. 

Y es que los maestros no reciben un alza salarial  desde  el 2008, fuera del sistema de pasos por experiencia, que  es de $25 anuales. “Todos los años nos aumenta el plan de salud, la  gasolina sube, los cuidos, los materiales de los niños, la ropa, y el salario  sigue igual”, expresó la maestra de matemáticas. 

La familia de cinco sobrevive con un salario quincenal neto de $900   por parte de ella y de otros $800 por parte de su esposo, quien  lleva 10 años en el sistema  como transitorio, por lo que no disfruta de una serie de beneficios. 

Tratando de tener un dinero adicional, el cual ya está sumado al total mencionado,  completó su maestría, la cual  hizo a fuerza de préstamos estudiantiles. Todavía recuerda el hoyo que le hizo el pago de la  cuota de $800 y hasta cómo le hizo dudar en su meta.  

“A mí me molestó y me indigné porque es que nos menosprecian a nosotros los maestros. Tanto que está ganando (Charbonier) y viene  y dice que no puede... y nosotros que hemos pedido tanto tiempo justicia salarial...,  expuso sobre las expresiones de la legisladora.

José Cruz  / Maestro


Si hay alguien en la escuela Margarita Janer Palacios que  ha sentido el golpe del aumento en la gasolina en el bolsillo, es el maestro José Cruz. 

El educador, con 13 años en el sistema, viaja diariamente de Aguas Buenas a Guaynabo para cumplir con su responsabilidad y, contrario a los legisladores que viven a menos de 31 millas del Capitolio, no recibe $150 por cada día de sesión en dietas, que usualmente son dos a la semana, para un total de $300 cada siete días.  A este beneficio se  suma el estipendio de transporte, que es de $1,360.

“Yo he sufrido la embestida y he tenido que hacer ajustes. Si ella dice  que conoce el sueldo de la clase magisterial,  que se cuestione cómo viven, no solamente los maestros, sino el resto de los puertorriqueños”, apuntó el educador al mencionar la ristra de aumentos que se avecinan y con los cuales aún no sabe cómo lidiará. 

En el caso de Cruz, quizás es uno de los más afortunados –si es que se puede llamar así– porque recibe un cheque quincenal neto de $1,000. Claro, Cruz no tiene préstamos con el Estado.  “A veces es mejor pensarlo y vivir  el día y no pensar en el mañana. Ella, que  haga su trabajo, porque para eso la eligieron, como nosotros hacemos el nuestro y es bien cuesta arriba”, indicó.