La situación de don Misael Santana, el chofer de La Fortaleza que fue suspendido de empleo y sueldo en noviembre pasado por cambiar la estación de radio en un vehículo oficial, resonó como un lejano lamento de plena en el corazón de otro boricua que se encontraba, recién emigrado, en medio de las tormentas de nieve en New Hampshire.

Un joven profesional de la industria de seguros, bayamonés  como don Misael, se enteró de lo ocurrido a través de primerahora.com, se indignó y decidió ofrecerle a Santana una suma cercana a una de las dos quincenas de las que fue despojado por la sanción sumaria decretada por la Oficina del Gobernador. 

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Pero esta historia  tomó un giro inesperado y al final fueron  dos los puertorriqueños que  ofrecieron lecciones de generosidad, orgullo del bueno y honestidad. 

El buen samaritano llegó con su familia a pasar las Navidades en la Isla y le avisó de su oferta a Primera Hora para se le conectara con don Misael.   Así, quedaron  citados el 24 de diciembre. 

Fue en ese momento que don Misael conoció a Alex Cruz,  el bayamonés de New Hampshire, quien explicó que se motivó a apoyar al chofer “al ver cómo a gente en este país, humildes, trabajadores, obreros, por cosas simples, se juega con toda la labor que él  ha hecho por más de 25 años”.  

Don Misael, de 65 años, quien se jubilará dentro de seis meses, fue suspendido y privado de un mes de sueldo, que en salario neto equivale a dos quincenas de $583.34 cada una. 

“A mí lo que me tocó de la situación de don Misael fue cuando él dijo que no tenía cómo cuadrar su caja con su quincena y me impactó... yo soy joven y él puede ser mi papá”, sostuvo. 

Pero don Misael  puso una carta inesperada sobre la mesa: “Yo le agradezco a él esa bondad que tiene hacia mí pero, sin que él se vaya a sentir ofendido, yo de corazón te lo agradezco, pero no te la aceptaré y te voy a decir por qué”.  

Don Misael le explicó que sus hermanos, que  viven en EE. UU., se enteraron de lo ocurrido, viajaron a la Isla y lo apoyaron para que él y su esposa,  Virgen Rivera, no pasaran las penurias económicas a las que lo habían condenado.  

“Gracias  a Dios ahora mismo tengo dos perniles asándose en el horno, se hicieron pasteles  para pasar la Navidad juntos y económicamente aportaron, sin yo pedirles un centavo...”

“Yo te agradezco esa bondad tuya porque eso te sale de tu corazón, pero eso que tú quieres hacer conmigo se lo puedes dar a otra persona más necesitada que yo ahora mismo”, dijo el veterano chofer. 

“Ahora, pues vamos a hacer algo”, le interrumpió Alex. “A mí me dijeron que usted es artesano, yo estoy en New Hampshire, yo fui al juego de (José Juan) Barea y no pude cantarle con pleneras porque no conseguí allá... yo quiero comprarle unas pleneras para poder llevármelas a New England, entonces no es una donación ahí... yo lo estoy contratando a usted por sus servicios”, propuso Alex. 

“Yo podía ser un abusador y aceptar lo que me ofreciste pero, pero si mis hermanos ya me aportaron, pues no sería justo”, le dijo don Misael, quien acordó  hacerle unos panderos por el valor que corresponda a los $476 que Alex le adelantó. 

“Bueno don Misael, tenemos un trato”, dijo Alex.

“Tenemos un trato, varón”, respondió el chofer.

Así se fundieron en un abrazo, se desearon felicidades  y cada uno siguió su senda, luego de intercambiar los regalos de la buena fe, la generosidad y la dignidad de un trabajador.