Roberto Cruz recibió otra oportunidad de vida y se la está disfrutando.

Los manatíes cachorros que surcan en la laguna San José, su profunda fe religiosa y el buen sentido del humor que aflora en su matrimonio con la procuradora del Ciudadano, Iris Miriam Ruiz, son parte de su terapia de recuperación.

“Por las mañanas temprano es que vienen. Son manatíes pequeños. Hay dos o tres que uno puede ver desde acá. A esa hora la laguna está quieta”, describe el ex legislador, que se recupera muy bien de una segunda operación en el cerebro a la que fue sometido el pasado 14 de febrero tras sufrir una recaída en su condición de epilepsia.

Primera Hora lo entrevistó la semana pasada junto con su esposa en el hogar que comparten en el Condominio San Jerónimo, en el Condado. Durante la entrevista, no faltaron los mimos y las bromas políticas entre la otrora representante estadista y su media naranja popular.

Ha pasado poco más de un mes de la delicada intervención y Cruz nos cuenta que ya ha viajado varias veces a su natal Ponce y que se ha reintegrado poco a poco a su trabajo como ayudante en la Oficina de Servicios Legislativos en el Capitolio.

Antes de entrar a la sala de operaciones, ¿qué pasó por su mente?

Soy una persona de mucha fe, iba orando mucho. Asisto a la iglesia católica y soy un devoto del Espíritu Santo, y en todo momento oraba y sentía la presencia del Espíritu Santo. En mis oraciones con el Señor me decía: ‘Siéntete calmado’. Me decía que estuviera tranquilo, que me había dado al Espíritu Santo para que estuviera conmigo, y nunca sentí temor. De hecho, antes de la operación, que podía sentir unos temores, Iris estaba preocupada porque a veces me veía como medio angustiado y yo le dije a ella: ‘No te preocupes, porque en el momento más difícil será el Señor, el Espíritu Santo el que va a estar allí’”.

El ex legislador contó, en tono jocoso, que cuando lo sacaron del quirófano su esposa, al verlo tan tranquilo en la camilla, le dijo: “A la verdad que estás como el verdadero león”. Cruz dice que se la pasan echándose bromas porque “yo soy de Ponce y ella es de San Juan”.

Cruz asegura que la fe es lo primero que tiene que tener el ser humano, pero hay algo bien importante que ha aprendido de la vida, y es que también hay que tener alegría.

“Aprendí que, más aún en los momentos difíciles, hay tener alegría, hay que ser hasta bromista. En la primera operación, la doctora se reía porque Iris decía que le iba a pedir que me sacaran la Pava (de la cabeza) y yo le decía que no iban a poder porque la Pava está en las células, en mi corazón. Nos pasábamos así, la doctora me decía que era bueno porque siempre estábamos bromeando, nos veía reír”, dice Cruz.

Recuerda, entre risas, que, cuando despertó de la operación, los médicos le preguntaron quién era, dónde estaba y de dónde era. “Yo le dije que era de Puerto Rico y me preguntan: ‘¿Qué usted recuerda de Puerto Rico?’ Yo le dije: ‘A don Luis Muñoz Marín’”, relata.

Añade que, cuando su esposa lo escuchó, enseguida le dijo al médico: “Pero mire, este hombre está perfecto. No necesito que lo certifique un médico”.

La ex legisladora indicó que las bromas y las risas no pueden faltar en el proceso tan difícil que les ha tocado sobrellevar en estos cuatro años. “Es algo que erosiona mucho los sentimientos”, dice para agregar que tuvieron que esperar unos cuantos meses, ya que el hospital fue afectado por el huracán Sandy.

“Roberto es el mismo de siempre, no tiene pérdida de memoria, no está afectado en ninguno de sus movimientos, en el habla ni nada. La medicina avanzó más, se pudo constar que él tenía focos en el lóbulo frontal, pero se pudo remover todo. Ya cumplió un mes, no le han dado ataques, Gloria al Señor. No está padeciendo de pérdida de memoria, no tiene efectos en sus áreas sensoriales y lo más maravillo de este gran milagro del Señor, porque a la verdad es que solamente podemos describirlo así, es que ya está trabajando”, asevera la ex legisladora.

“Cargamos la cruz y hoy en esta nueva vida es como la resurrección, es como vivir nuevamente. Cuando todo pasó, que viene el doctor con aquella cara iluminada para decirnos que todo había salido bien, yo me desplomé y es que era el momento para dejar salir todas mis emociones para dar paso a esta nueva vida”, sostiene la ombudswoman.

Confiesa que antes de la operación vio a su esposo angustiado y le escribió.

“En ese escrito salió todo lo que yo había estado pasando en este tiempo y cuánto significado tenía nuestra relación para, finalmente, decirle que ese 14 de febrero, el Día del Amor, se iba a escenificar en Dios ese gran milagro, que el amor de Dios se iba a expresar”, recuerda la ex legisladora.

“Le dije: ‘Yo necesito que tú vivas, necesito al compañero, el amigo que he encontrado y que esa jocosidad en nuestra relación la podamos seguir disfrutando y que podamos cumplir lo que papá Dios quiere, que es que le pongamos cara a la epilepsia y que ayudemos a otros’”, afirma Ruiz.

“Vamos a ponerle cara a la epilepsia, vamos a enfrentarlo todo porque hay sanación, porque hay la posibilidad. Se ha adelantado mucho”, afirma.

La epilepsia de Cruz

Desde pequeño tenía lo que se conoce como las “auras”, pero su familia desconocía que sufriera de epilepsia.

En la década de los 90, empieza a tener sus primeros ataques. En el segundo ataque, de los ataques más intensos, lo comienzan a relacionar con la epilepsia.

En 2009, en Estados Unidos, le diagnostican que tiene un tumor en el lóbulo frontal del cerebro y lo someten a la primera operación.

En enero de 2012 reinciden los ataques.

El 14 de febrero 2013  lo someten a una segunda craneotomía en Nueva York porque los neurocirujanos descubren que  quedaba un foco de epilepsia, pero  fue removido con pronósticos favorables.