Las ratas y los hongos campean por su respeto en la nueva sede del Departamento de Educación, en Hato Rey, según la secretaria de esa agencia, Julia Keleher.

La funcionaria no está nada contenta con la situación y a eso le suma que “tenemos una estructura burocrática, que está fragmentada y provoca disfunción organizacional”. 

Ejemplificó que ella está arriba en un piso y los otros empleados están en oficinas apartes donde la comunicación no es viable.

De ahí su intención de mudarse el año que viene a una escuela que fue cerrada el año pasado, ubicada en Barrio Obrero. 

“Me voy a ir a la escuela elemental Jesús María Quiñones en Barrio Obrero. Vamos a organizarnos así en una mesa de trabajo donde tú tienes que ver al otro ser humano, porque como estamos organizados tampoco permite que haya intercambio de información”, mencionó.

No pudo precisar cuánto costará la remodelación, pero aseguró que “los arquitectos me lo van a dar al costo”.

Actualmente Educación paga $2 millones anuales en la estructura que los cobija desde el 2008, cerca de la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana, aunque en la antigua sede, ubicada entre las calles César González y la Chardón, queda el Departamento de Recursos Humanos.

El contrato que tiene a diez años vence en agosto próximo.

Como parte del desarrollo en la escuela de barrio Obrero, establecerá un comedor “que sea de la comunidad”. 

Además, ubicará una pequeña biblioteca y una plaza para la comunidad, así como espacios para los gremios magisteriales y los legisladores que se quieran reunir allí.

Algo que le entusiasmó mucho a Keleher del viejo plantel es que hay una cancha de tenis, por lo que planifica “buscar inversión de la Asociación Nacional de Tenis” para realizar actividades.

“En una escuela todo eso es necesario para que los mismos empleados de Educación respondan de otra manera”, confesó.