El veterano historiador, quien fue mediador en las huelgas de 1981 y de 2010, también instó a las partes a no cerrar los canales del diálogo, mientras aumenta la tensión con la orden de un tribunal de reabrir la Universidad de Puerto Rico (UPR).

“¡Qué (los estudiantes) no pierdan la alegría! Si les da coraje, si les da tristeza y se abruman, no van a poder manejar el asunto. Tienen que mantener esa alegría”, afirmó el sacerdote jesuita al reflexionar sobre los arrestos de estudiantes y la súbita pérdida de un activista de la huelga la pasada semana, en medio de una aparente depresión. 

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Picó pasó revista sobre el proceso de mediación que en 1981 lideró junto con el fenecido profesor Milton Pabón. En aquella ocasión, la lucha estudiantil era contra un alza uniforme en las matrículas, que triplicó los costos de admisión a la UPR. Esta vez, el reclamo es contra un millonario recorte que amenaza con eliminar recintos y con la existencia de la Universidad.

Ahora el proceso de mediación ha recaído en las profesoras Anita Yudkin, de la Facultad de Educación y miembro de la Cátedra UNESCO para la Paz y Mildred Negrón, de la Escuela de Derecho, pero Picó dijo que desconoce si ha habido avances en la mesa de diálogo. “Sé que están trabajando arduamente”, sostuvo. 

“Muchísimo de lo que se logró en 1981 fue gracias a Milton Pabón, quien tenía una inventiva y una agilidad mental increíble y se relacionaba muy bien con todas las partes. Milton, yo creo, que fue el gran mediador”, relató Picó, quien hace 45 años es catedrático en la Facultad de Humanidades.

Entrevistado en el Archivo Nacional de Puerto Rico, donde realiza una nueva investigación, consideró que de aquella mediación el mayor logro fue que lo que era entonces el Consejo de Educación Superior, por primera vez, instituyó ayudas económicas para estudiantes graduados. 

Recordó también que surgieron asuntos adicionales, como la amnistía para los expulsados, pero subrayó que “realmente después de la huelga fue que empezó la represión”. Añadió que 60 estudiantes fueron suspendidos y varios de ellos, expulsados. 

“Fue un ejercicio prolongado, largo, en que la Policía ocupaba los predios del recinto y los profesores nos veíamos en la necesidad apremiante de tener que ir a los salones a dar clase con policías en los pasillos, pero sabíamos que muchas veces la clase no se podía dar. No había condiciones para dar clase”, resumió.

Otro contraste que destacó es que en 1981 “el proceso de medicación era sencillo”, pues había dos partes: los huelguistas y el Consejo de Educación. “El problema ahora es, ¿quién es la otra parte? ¿Es la Junta de Supervisión Fiscal (JSF) o es la Junta de Gobierno de la Universidad? Y eso creo que dificulta bastante”, dijo Picó.

No obstante, recalcó la importancia de seguir dialogando “con el ánimo de encontrar una solución al problema”. En ese camino, dijo que ambas partes, tienen que evitar la estridencia y que dominen los elementos más extremistas. “Eso requiere sabiduría, saber moderar a tu propia gente. Requiere mucha sabiduría”, puntualizó.

“Creo que todo el mundo quiere a la Universidad. No tengo duda de eso. El problema es, cómo encontrarle solución a un problema muy real, que es el problema económico”, precisó.

También dijo que “hay que recordarle” a la JSF la importancia que ha tenido por décadas la educación en el pueblo puertorriqueño. “Siempre la partida más grande ha sido para la educación y nos podemos enorgullecer de eso”, acentuó. 

Reconoció que según la población ha envejecido, hay un mayor sector de personas con problemas de salud y esto empieza a plantearse como un rival de la educación en términos de prioridades públicas, pero dijo que hay que encontrar un balance. 

También afirmó que “hay que racionalizar” el uso de los recursos que el pueblo le da a la Universidad y a las escuelas. Subrayó, además, que no concibe el cierre de la UPR como institución pública.

“El problema básico de la Universidad es que no tiene un fondo dotal amplio como algunas universidades estatales en Estados Unidos. Hay que desarrollar una política de ese fondo dotal y creo ahí los exalumnos son importantísimos y, también, lo que podrían aportar algunas corporaciones que tradicionalmente se han beneficiado de los egresados de la UPR”, dijo.

Mujeres al timón

Picó resaltó también la participación femenina en la huelga.

“En el liderato de la huelga de 1981 había mujeres, pero mayoritariamente eran hombres, mientras que en esta huelga las mujeres son realmente la parte principal del liderato huelgario. Eso me parece interesante y, claro, refleja también la evolución demográfica de la Universidad, donde dos de cada tres estudiantes son mujeres”, analizó.

Dijo también que la huelga de 1981, “pesaban” mucho las organizaciones políticas y en ésta, los estudiantes están organizados, pero no son las organizaciones políticas de aquella época como la Federación de Universitarios Pro Independencia (FUPI) y la Unión de Juventudes Socialistas (UJS), entre otras.

“Esa es una diferencia interesante, que los huelguistas no responden a un movimiento político o a un partido, responden a sí mismos”, destacó.

Al comparar ésta con la huelga de 2010, el historiador indicó que un factor común es que “son estudiantes más informados”. 

“En el 81 había líderes estudiantiles, como Roberto Alejandro y José Rivera Santana, que manejaban asuntos bien complicados con una destreza enorme, pero era la minoría. Ahora encuentras que hay una generalidad de estudiantes que pueden argumentar con peso y con evidencia. Son estudiantes más informados lo que he visto, que ven la situación en un marco amplio, no solo de la Universidad”, afirmó el historiador.