Camuy. Cuenta la leyenda que cuando don Florencio Cabán Hernández se vio en la calle, sin hogar, sin trabajo y con una esposa a la espera de su primer hijo, elevó una plegaria al cielo, desesperado por encontrar una mejor vida.

Don Florencio vivía junto a su esposa Úrsula en la casa de la madre de ella, en Camuy.

Mientras vivían allí, las diferencias afloraron entre la pareja y el padrastro de doña Úrsula, por lo que ella y su esposo decidieron marcharse sin tener a dónde ir.

Don Florencio, reconociendo lo difícil que sería su vida a partir de ese momento, suplicó al Todopoderoso y a los Tres Santos Reyes, que le permitieran encontrar un lugar para él y su familia, y que pudiera ganarse la vida honradamente.

A cambio de esto, él prometía realizar un velorio todos los años –-por el resto de su vida– durante la víspera del Día de Reyes.

“Eran una familia muy devota y fiel a las creencias católicas”, dijo el historiador camuyano Jesús Román Vélez, quien a través de entrevistas a familiares de don Florencio puso en contexto la celebración del tradicional Velorio de Reyes que se celebra en ese municipio.

Poco después de hacer su promesa, un desconocido se le acercó y le preguntó si estaba bien.

Aquel señor era dueño de una extensa finca en el barrio Puertos y le ofreció a don Florencio aposento y una buena paga a cambio de su trabajo.

Desde ese momento, que se presume ocurrió para el año 1902, don Florencio y su familia celebraban anualmente el Velorio a los Reyes.

Su casa se llenaba de vecinos, familiares y amigos, y juntos disfrutaban de comidas, música y bailes.

Don Florencio murió en el 1951 y desde ese entonces su hija Senia continuó la tradición, hasta que falleció en el 2011.

Y aún siguen

Ayer, domingo, se celebró en Camuy la centésima decimosegunda edición del tradicional Velorio de Reyes en la plaza pública.

La actividad fue adoptada por el Municipio a mediados de la década de los 70 y se convirtió en un evento que anualmente atrae a miles de personas de todas partes de la Isla.

A pesar de que la tradición ha sufrido algunos cambios -que distan mucho de aquellas reuniones familiares que se hacían en casa de don Florencio- aún guarda la esencia de la promesa de rendirle culto a los Tres Santos Reyes.

En la plaza “se exhibe un nacimiento vivo. Es una cosa bien bonita”, destacó Román Vélez, quien por más de una década ha estudiado el origen de esta festividad.

Como parte de la actividad, se llevó a cabo una misa jíbara en la parroquia San José y luego, en la plaza pública, se hizo el “rosario canta'o”.

“Esta es una de las tradiciones más bonita de nuestra cultura y todos tenemos el deber moral y patriótico de mantener vivas estas tradiciones puertorriqueñas. Esto es lo que nos hace ser lo que somos”, expresó el escritor.