Adjuntas. Desde el 1933, Delia Torres Rivera vivió en una casita de madera en el barrio Vegas Arriba, donde crió a sus nueve hijos y de donde fungió como partera y santiguadora.

Sin embargo, con el pasar de los años la vivienda se fue deteriorando y a pesar del apego sentimental las condiciones de la misma no eran las más seguras y sanas para esta centenaria mujer.

Hoy, a sus 114 años, con su lento caminar y mirada ajena a los problemas del mundo, puede disfrutar junto a su hijo José Méndez del nuevo hogar que le construyó el Municipio.

“La casita tenía comején, el piso roto y era peligrosa para ella”, comentó el hombre de 73 años, quien le brinda todos los cuidados a su progenitora.

Este expresó su agradecimiento al alcalde Jaime Barlucea Maldonado, quien desde que conoció el problema de doña Delia y su hijo no descansó hasta ver la vivienda lista.

Asimismo, destacó que su madre está “súper feliz”, aunque en ocasiones le expresa que esa no es su casa, a la que ha ido adaptándose poco a poco.

“Fueron muchos años en la otra casa, le cuesta desprenderse”, añadió el hombre, quien tras 44 años residiendo en los Estados Unidos regresó a Adjuntas a cuidar a la mujer que le dio la vida.

“Ahora está más cómoda, tenemos cuartos, sala, cocina, baño y un balcón para coger fresco”, indicó Méndez Torres.

Por su parte, el primer ejecutivo del pueblo del Gigante Dormido expresó que la entrega de la casa es parte del programa Nueva Visión de Vivienda Adjunteña para ciudadanos de escasos recursos y envejecientes.

Explicó que en la construcción se invirtieron $23,000 provenientes del Fondo General y otros $1,000 que se utilizaron para amueblarla.

“Dios me ha dado el privilegio de servir y esto fue una promesa hecha a doña Delia”, dijo el alcalde.

Igualmente expresó que esta es la segunda vivienda que entregan y que están en proceso de identificar otras familias para poder ayudarles.

Ahora, lo único que esta envejeciente necesita es un acceso adecuado para llegar hasta la vivienda, ya que solo cuenta con unas empinadas escaleras que a su edad podría ocasionarle un serio accidente.

Fuerte como un roble

Aunque dicen que los años pesan, doña Delia ha demostrado que cuando se quiere se puede.

Su certificado de nacimiento reza que nació en el 1900 pero su hijo insiste que puede tener más años.

Este recordó que cuando era niño su madre recogía café en los campos de Adjuntas y además era partera y santiguadora.

Al preguntársele cómo su madre ha durado tantos años, este comentó que siempre ha comido saludable: frutas, vegetales y gallinas o cerdos criados en el monte.

Sobre su salud, insistió en que no padece de alguna condición que le requiera ingerir medicamentos, ya que no tiene el colesterol ni la presión alta.

Méndez Torres es el único hijo de la mujer que vive en Puerto Rico, por lo que asegura que mientras Dios le de vida estará para ella, para atenderla hasta el ultimo día.

“Muchos me dicen que la lleve a un asilo, me hace feliz cuidarla yo mismo”, reiteró el hombre, quien le prepara su acostumbrada avena diariamente.

Del mismo modo, manifestó que su madre siempre ha sido tranquila, muy querida por todos en el barrio y que la única manía que nunca cambió es que no le gusta usar zapatos.