Era poco más de mediodía cuando el guardia de seguridad, Domingo Robles, colocaba a las afueras de su casa unos botellones con agua. “Aprovecho cuando el sol calienta y las saco porque ese es mi truco para bañarme con agua caliente… ese es mi calentador hace 11 meses. ¡Y calientita que sale el agua!”, expresó revelando una de las artimañas a las que ha tenido que recurrir para resistir al trastoque sufrido ante la falta de luz en su hogar.

Admite que acostumbrarse a la rutina de tener que vivir en penumbras no ha sido fácil, pero ha asumido una actitud optimista para no afectarse emocionalmente.

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“Tengo estas velas en la casa y una lámpara solar bien buena que compré y que me resuelve muchísimo”, comenta quien cocina al fogón y mantiene una nevera de playa en el baúl de su auto donde coloca “las cositas” que ingiere a diario.

Unos metros más arriba viven don José “Tonti” Saldaña y doña Carmen Roldán, quienes tienen frente a su hogar un negocio de venta de souvenirs y comida que le sirve, prioritariamente, a decenas de turistas que visitan día tras día el Bosque Nacional El Yunque.

En el caso de esta pareja, quienes llevan instalados en el lugar 38 años, el escenario de subsistir a una vida sin luz se complica pues su única fuente de ingreso es el negocio.

“Esto ha sido una pesadilla. El negocio se nos afectado  más de un 70 por ciento… de continuar esta situación tendré que cerrar operaciones porque llega el momento que el bolsillo ya no aguanta. Se me han ido los ahorros que tenía para el retiro. Estoy sin nada. Al desnudo y el gobierno no ayuda. Ahora mismo el Gobernador y la Autoridad de Energía Eléctrica dicen que en todo Puerto Rico hay luz, y nosotros no la vemos hace 11 meses”, manifestó frustrado.

Sumando y multiplicando los gastos, don Tonti calcula que los gastos incurridos para la utilización de generadores eléctricos, la compra de gasolina, diesel, filtros y aceites alcanzan los $60,000.

“Y eso es el mínimo…  en total llevo seis plantas. Tres generadores comerciales y tres de los pequeños. Dicen que no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista. Y en esas estamos nosotros, en batalla”, expresó quien está preocupado por la salud de su esposa, quien es paciente diabética y ha tenido recaídas a causa de los daños emocionales que le ha causado la situación.

Otras tres familias, incluida una madre soltera con seis niños, también forman parte del sector que reclama a las autoridades y al Gobierno atención a las condiciones de la comunidad a causa de la falta de energía eléctrica.

“Nosotros hemos hecho múltiples gestiones para que nos ayuden…esto es un asunto de crisis humanitaria y necesitamos que visibilicen el problema que desde hace 11 meses tienen estos ciudadanos”, expresó por su parte el líder comunitario Juan Carlos Castro, quien vive en un barrio continuo al que llegó la luz hace un par de meses.

Según Castro, la respuesta de personal del AEE ha sido pesimista pues, según alegan, las líneas que llevaban energía hasta el sector fueron tumbadas completamente por el huracán y recorren unos siete kilómetros bosque adentro. “Ellos piensan que la reparación puede tomar hasta otro año… imagínate”, dijo el joven.

Sin embargo, la posibilidad de colocar unos postes temporeros ha surgido en conversaciones, pero la AEE depende de unos permisos que debe otorgar la administración del Bosque Nacional. “Parece que por ahí está el tranque, porque ellos supuestamente se oponen. Por eso exhortamos al Gobernador y a las agencias pertinentes a que nos ayuden en esta situación. Que se sepa que todavía hay gente en Puerto Rico sin luz a causa del huracán”, dijo Castro.