Lares. Era miércoles a las 11:00 de la mañana, el sol picaba y dos sepultureros se afanaban en la profundidad de un panteón.

Desde una esquina Zaida Pérez contemplaba la exhumación de sus antepasados en la sección “vieja” del cementerio lareño, posiblemente el más devastado por el huracán María.

El ambiente era sobrio. Sólo se escuchaban las voces de los sepultureros que desenterraban de la fosa  cuatro ataúdes, algunos corroídos por el tiempo.

“La tumba donde estaban los restos de mi papá fue afectada por la situación del huracán y vamos a exhumar ese cadáver también para trasladarlo acá, al área antigua del cementerio”, explicó.

En los cuatro féretros exhumados yacían restos de sus parientes, algunos enterrados  hace 40 y 50 años. “Eran tíos míos, hermanos de mi papá. La más reciente fue una  tía hace 20 años, pero ese ataúd es sellado y se  va a dejar igual”, detalló Pérez. De los restantes tres ataúdes se extrajeron los restos y fueron colocados en bolsas plásticas individuales para luego volver a ser depositados en el panteón.

Luis Robles, uno de los sepultureros relató que el agua del ciclón arrasó con  las tumbas que ubican en la parte baja del cementerio. "En el cementerio nuevo el muro se partió y los panteones están  encima de los que están en tierra. Eso es un desastre lo que  hay ahí”, indicó. 

"Yo no puedo tapar el cielo con la mano”, sostuvo el sepulturero  de  67 años , quien dijo que se dedica a enterrar muertos desde que tenía nueve años.

“Llevo toda mi vida en esto y la situación es difícil”, expresó Robles.

Poco después, don Ovidio López y su esposa doña María Vega llegaban al cementerio “viejo” para sepultar a una hermana de ella. “Hay unas tumbas de la familia que no se sabe si fueron afectadas. Todavía esta es la fecha que por aquel lado (señalando a la parte baja) no se puede pasar”, indicó doña María.

"Se salieron los muertos. Eso es lo que dice la gente. Sé que eso nos afectó a todos”, sostuvo.

En otro cementerio municipal, “El Tres”, en Arecibo no fue el agua, sino los fuertes vientos del ciclón que destrozaron muchas de las tumba.

"Este cementerio quedó destrozado después de María. El viento sopló mucho aquí y las cruces caían encima de los panteones, se llevó los tiestos y  las placas se rompieron", narró el sepulturero José Luis Rivera.