Orocovis. Llevan más de dos décadas preparando un rico lechón para el Día de Reyes, y ayer no fue la excepción.

Del puerco lo aprovechan todo; desde la cabeza hasta las tripas.

Lourdes Colón, la segunda de una familia de 12 hermanos, recuerda que esta tradición la inició su esposo, Héctor R. Alicea, “para unir a la familia, a sus hermanos, que son diez, y a los míos”.

“Esto es una fiesta, es una tradición. Llevamos más de 20 años en este mismo dilema”, dice riendo a carcajadas la vecina del barrio Saltos Cabras, sector Blandito El Hoyo.

Y sí. Casi viven en un hoyo, poco menos de dos horas desde San Juan. Bueno, en verdad es una loma.

“Mañana (hoy) se meten aquí de 150 a 200 personas. Vienen los padres, el hermano, la tía, y la tía trae al vecino”, explica Lourdes, de 53 años, mientras inicia los preparativos para limpiar ‘el mondongo’, como le llama a las tripas de cerdo, que después de rellenarlas con sangre condimentada y arroz serán las morcillas que degustarán los invitados.

“Después de vaciarlas, las lavo -sin virar- con jugo de naranja y le echo hollejo de la mata de guineo para cortar la grasa. Luego las viro con un palito de pincho para sacar la grasa interna que tiene la tripa, y vuelvo y la lavo; así le saco el tufito que tiene y le echo agua caliente para asegurarme que queden limpias”, explicó.

En cuanto a la sangre del animal, “le echo sal, una poquita de manteca con achiote, sofrito hecho aquí, y arroz blanco, cocido sólo en agua. Y a llenar morcillas por ahí para abajo”, agrega al decir que un cerdo de cien libras, como el que usaron para esta ocasión, puede dar unas siete libras de morcillas.

¿Y quien cocina pa’ tanta gente?

“Yo”, dice Lourdes sonriendo.

El menú incluye arroz con gandules, arroz blanco con gandinga (el hígado), ñame hervido, arroz con habichuelas verdes y pasteles. 

La tarea de adobar el lechón le toca a Héctor L. Colón, uno de los hermanos de Lourdes. Al animal le echó “medio pote de sal, como tres cucharas colmadas de pimienta molida, dos cucharas de comino, cuatro de perejil y cuatro de orégano y tres sobres de sazón con achiote. Lo mezclo y a echárselo al cerdo”, detalló.

Hoy el “invitado” amaneció en la varita y se espera que el asado esté listo a la 1:00 p.m.

Tampoco falta la picadera. “Ya prepare unas alcapurrias pequeñas, bolitas de yuca y otras cositas más”, agregó Lourdes. Algunos de los invitados también traen lo suyo. 

“A mí no me está malo cocinar. Como están todos juntos y se divierten tanto...”, confiesa la orocoveña.

En cuanto a las bebidas, ¡qué no beben! De todo como en botica. Desde ron cañita hasta coquito, sin dejar la sangría y la cerveza. El compromiso es que el que bebe, no guía y como este Día de Reyes cae fin de semana, son muchos los que se quedarán durmiendo en las casas familiares.

Además de la comida, no puede faltar la música jíbara, dice Visitación Colón, de 83 años y padre de Lourdes, quien se dedicó por mucho tiempo a matar cerdos. Ahora solo se los come.

“La misma familia se une y tocan y cantan; algunos hasta improvisan. A veces se quedan hasta las 8:00 p.m. o 9:00 p.m., o hasta que se acabe la fiesta”, agrega don Visitación.

Se espera que los fiesteros comiencen a llegar después de las 10:00 a.m. y la rumba sigue hasta que el cuerpo dé. ¡Buen provecho y que disfruten su Día de Reyes!