ADJUNTAS. Sobre mil personas llegaron el miércoles al coliseo municipal Rafael Llull Pérez en busca de comida y agua ante la necesidad y la escasez de productos tras el paso del huracán María. 

La fila parecía interminable a las 11:00 de la mañana y todavía había personas que no podían ni divisar el inicio donde estaban las cajas con compras aunque llegaron antes de las 8:00 de la mañana. Apenas unas cuantas llevaban paraguas para mitigar el intenso sol que predominó gran parte de la mañana. Pero para muchos no había más alternativa que estar de pie y aguantar.

Como para doña Hilda Ramos de 72 años, quien vive en el sector Garza Centro, como a media hora del centro urbano y según se extendía la espera vio cómo muchas personas se colaron.

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La mujer relató que a duras penas sobrevive gracias a las donaciones que ha recibido de una iglesia.

“Válgame a mí el huracán me llevó la mitad de la casa y estoy viviendo en ella así. El hijo mío me trajo un toldo que donaron de la iglesia donaron y yo se lo tire ahí. Estoy viviendo en el rinconcito que no le hizo nada. Ahí me acomodé con las cositas que pude salvar… la estufa la jalé y la acomodé, una lavadora…están en un rincón hasta ver cuando haya agua y luz”, dijo mientras esperaba.

Las cajas que entregó el municipio tenían dos paquetes de huevo en polvo, una lata grande de granos, un paquete de arroz junto con habichuelas secos, algunas latas de atún y de carne de cerdo desmenuzada y un pote de jugo, entre otras. También les entregaban cajas de botellas de agua.

Para el alcalde Jaime Barlucea a más de 20 días del paso del huracán el mayor problema no es el de suministros de alimentos, sino los continuos derrumbes porque en su pueblo sigue lloviendo, así como la falta de toldos y de servicio de energía eléctrica.

“Los días pasados lo que caen son nuevos huracanes y donde hemos logrado abrir paso las carreteras nuevamente han sido tapadas. Y no solo eso sino que las carreteras han colapsado y donde había un derrumbe monumental al día de hoy tenemos tres porque llueve constantemente. 

Barlucea sabe que no hay nada que hacer para evitar las lluvias, pero hizo un llamado a que la Autoridas de Energía Eléctrica envíe brigadas que levanten los postes porque dijo que la mayoría no se rompieron, sino que se cayeron. Afirmó que tampoco hay gran cantidad de cables del tendido eléctrico rotos. Una vez el sistema esté funcionando se libera de tener que suplir de diésel un centro de salud y el hospital del pueblo que ahora no pueden funcionar a capacidad.

También insistió en su pedido de una ambulancia en caso de que haya una emergencia y hasta el miércoles no se la habían suplido.

Mientras, las lluvias constantes también tenían al borde del desespero a Blanca Sáez, de 45 años, madre de una nena de 10 años y de un nene de cuatro, residente de la Urbanización Colinas del Gigante, cuya calle del frente está colpasando y su casa en cualquier momento se puede derrumbar.

La defensa civil y el mismo Barlucea han ido hasta allí y han pedido el desalojo. Pero Sáez entiende que su casa es lo único que tiene y no quiere perderla. Ya llenó los papeles de FEMA aunque sabe que por esa vía la ayuda puede tardar.

“Yo no tengo cómo más empezar de nuevo. Quizás el Cuerpo de Ingenieros tiene cómo hacer algo”, indicó.