Un beneficio que no se está usando aunque favorece a los estudiantes de primer año con niveles socioeconómicos bajos, así como a los ingresos económicos de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto de Cayey. 

Esa es la denuncia que hizo ayer el presidente del Consejo General de Estudiantes, Danilo Pérez Rivera, al exponer que la institución no ha utilizado la Certificación 50 (C-50) de 2014-2015 que permite la entrada de estudiantes de primer año que carecen de un Índice General de Solicitud (IGS) alto -se calcula con el promedio de cuarto año y la puntuación del College Board-, pero tienen otras fortalezas que le permitirían la entrada a los programas académicos. 

Desde su creación, Cayey no la ha usado, es decir, en los años académicos 2015-2016 y 2016-2017. "El IGS no necesariamente predice el éxito de ese estudiante en el programa académico", argumentó Pérez Rivera.

Lo que sí puede predecir, agregó, es que ese estudiante provenga de un nivel socioeconómico bajo, por lo que entiende el IGS es un indicador que "discrimina en contra" de ese tipo de estudiante. Al tener un IGS bajo, se le reducen las posibilidades de admisión, pero la certificación, aprobada por la Junta de Gobierno de la UPR, le permite a un número resucid o de alumnos -ya que es un proyecto piloto- solicitar admisión mediante esa certificación que aspira no solo a aumentar el número de matriculados, sino también la retención y la graduación. 

Además, si la C-50 no es usada, es decir no se admiten alumnos mediante esta vía, la universidad se priva a sí misma de recibir fondos adicionales. "No recibieron los fondos que eran asignados para apoyar ese programa piloto y continuarán sin recibirlos hasta que no participen", expuso. Mencionó por ejemplo que un recinto recibió $25,000. 

"Si nosotros estamos bien comprometidos a esta misión de cerra la brecha por distinciones socioeconómicas y permitir que todo estudiante con potencial acceda, la Certificación 50 es un aliado más de todos los esfuerzos que hemos realizado en Cayey", apuntó. "Si quedan 20 cupos (por ejemplo) y hay una nueva modalidad, vamos a utlilizarla", añadió. 

Por su parte, el decano de Asuntos Académicos, el doctor Raúl Castro, confirmó que no hubo admisiones con la C-50 porque "todos los estudiantes admitidos y matriculados cumplen con el IGS y me llenan todos los espacios disponibles".

Explicó que en el 2016 el cupo era de 791, se admitieron 850 y se matricularon 810, por lo que se pasó del cupo por 19, lo que es permitido. Por el contratrio, en el 2015, sobraron 23 espacios, pero no se llenaron con la C-50, primero, por lo incierto de saber cuántos de los admitidos se matricularían y, segundo, que ese año la certificación estaba recién aprobada y no se había establecido el mecanismo para admitirlos sin que se violentara el derecho de otros estudiantes no admitidos por cupo o IGS. "No es que Cayey se niega a aceptarlos... ahora no hay necesidad porque llenamos el cupo", dijo Castro. Agregó que "ya en Cayey se le da servicio a esta población (de niveles socioeconómicos bajos) a pesar de no haber admitido por la C-50".