Yabucoa necesita ser resucitado.

La debacle económica por la que atraviesa el municipio -desde hace más de una década- se evidencia en la poca actividad económica que existe en el pueblo y su calle principal, la Cristóbal Colón, que repleta de locales vacíos y edificios en ruinas ahora es solo una sombra de lo que los yabucoeños aseguran fue en el pasado.

Durante un recorrido por el casco urbano, Primera Hora puedo constatar que lo que hace varias años era un centro económico boyante y con un tráfico constante de personas hoy es casi un pueblo desierto.

“Lo que se necesita es revitalizar el pueblo. Los sábados ya no se ve gente. Ahora mismo hay más locales cerrados que abiertos”, aseguró don Francisco Fernández, propietario de la mueblería Chiquilín, que lleva operando en la calle Cristóbal Colón por unos 30 años.

“El problema es que no hay parking y los guardias dan muchos tickets y eso hace que la gente no venga. Hay que bregar primero con el estacionamiento para después bregar con lo otro”, añadió el comerciante, quien es nacido y criado en la llamada Ciudad del Azúcar.

Y es que Yabucoa ha sufrido en las últimas décadas el impacto del cierre de varias manufactureras y plantas que ha provocado una gran fuga de capital así como el desplazamiento de la población hacia otros centros poblacionales cercanos, como Humacao.

El cierre de las instalaciones de compañías como la RJ Reynolds, Union Carbide, varias manufactureras de textiles y la Sonoco Caribbean ha dejado en la calle a cientos de familias que ante la falta de trabajo -en un municipio donde existe una tasa de desempleo que asciende al 23%- han tenido que buscar mejores oportunidades en otros municipios y fuera del país.

“Yabucoa es el reflejo de lo que ha pasado en el país con la salida de las 936. El efecto de eso no se iba a ver inmediatamente. Ahora es que estamos viendo las repercusiones de que todas esas fábricas se hayan ido”, aseguró el alcalde Rafael Surillo sobre la razón a la que le adjudica la debacle económica en el municipio.

Pero sea la causa que sea, la realidad es que el impacto que ha tenido en la economía la fuga de capital y de residentes ha obligado a comerciantes como José Figueroa, propietario de la tienda de ropa Menfis, en la calle principal del casco urbano, a claudicar ante la falta de patrocinio.

“Llevamos 39 años aquí, pero estamos liquidándolo todo. No me suplí para Navidad porque estamos por cerrar”, indicó el comerciante.

“Antes esto era increíble. En aquellos tiempos no había un local vacío. Habían muchas fábricas y toda esa gente paraba en el pueblo, pero ahora, como no hay trabajo, la gente se ha desplazado y prefieren ir a los centros comerciales”, lamentó Figueroa.

Asimismo, Evaristo Rodríguez, dueño de un edificio en el que operaban dos establecimientos, lamentó la situación aunque no está tan esperanzado en que la estrategia municipal para reavivar la actividad económica en Yabucoa rinda los resultados esperados.

“Esto no tiene arreglo. Yo tuve que cerrar dos negocios. La gente ya no quiere venir para acá y el Gobierno no ayuda al pequeño comerciante. La luz está cara, el agua está cara y sacar permisos del Gobierno es un problema”, aseguró el comerciante retirado.

Sin embargo, Saturnino Martínez, abogado de profesión y ex administrador financiero de la planta Sonoco Caribbean -que cesó operaciones en 1999- opinó que los residentes del pueblo también han aportado a la falta de movimiento económico. “El yabucoeño es muy conservador con las empresas que llegan aquí y a veces somos nosotros mismos nuestros peores enemigos. Se necesita más patrocinio de los mismos residentes al comercio local”, dijo.

“Hay que restaurar todas las localidades en ruinas que hay en el casco urbano. Hay que atraer a la gente porque aquí ya no hay ambiente comercial. Si no, esto no va para ningún lado”, aseguró Martínez.