NUEVA YORK- ¿No sabe qué regalar para Navidad al cuñado hipster, a la novia que quiere una prueba de amor eterno, al amigo que ya lo tiene todo? La solución es ponerlos en la lista de espera para lo que se anuncia como la gran moda de 2018: tatuajes cuya tinta lleva el ADN de otra persona (o incluso una mascota).

Desde hace tiempo que, en ciertos circuitos under, existe la llamada "tinta mórbida", tinta que se mezcla, por ejemplo, con las cenizas de una persona fallecida y se inyecta en el cuerpo de otra dentro de un diseño. "Pero esto es revolucionario en cuanto el ADN queda encapsulado, con lo cual no se disuelve en el organismo que lo recibe como ocurría con las opciones anteriores. Realmente estará allí para siempre", se emociona en diálogo con LA NACION Edith Mathiowitz, profesora del centro de bioingeniería médica de la Universidad de Brown, quien estuvo a cargo del desarrollo del producto.

A Mathiowitz, una especialista en encapsulamientos para usos terapéuticos, la idea se la trajo Patrick Duffy, un ex desarrollador inmobiliario de la Gran Manzana. Duffy creó un programa de buceo terapéutico para veteranos de guerra con su padre, y fue entonces que tuvo la inspiración para "encontrar formas de conectar a la gente y también para honrar a los seres queridos fallecidos".

Así se lo declaró a The New York Times esta semana. La nota, titulada "Los tatuajes con ADN, la última frontera del amor", publicada en el suplemento de Estilo, para muchos fue en sí la prueba más evidente de cuán mainstream se espera que el producto sea.

Para quienes ven a los tatuajes como parte de una cultura alternativa esto naturalmente causó malestar. "Tatuajes corporativos en su máxima expresión", fue uno de los comentarios sarcásticos más típicos que recibieron los tatuadores que ya anunciaron en los medios sociales que trabajarán con el producto de Duffy.

El producto se llama Everence, una combinación de forever (por siempre) y reverence, (reverencia). Unos 20 de los tatuadores más conocidos de los Estados Unidos, entre ellos Valeria Vargas, Mike Rubendall y Tim Hendricks, anunciaron que lo incorporarán a su negocio.

Por ahora no hay una fecha confirmada de cuándo estará en el mercado, pero se estima que será inminente y hay enorme expectativa. Sí se tiene el precio: 650 dólares. Esto incluye el equipo para conseguir el ADN, el proceso de crear el polvo y su envío por correo al cliente unos meses después para que lo lleve a su tatuador de confianza.

El ADN que se envía a Everence puede venir de un raspado bucal (la forma preferida por la empresa), pelo, piel, sangre o saliva. Una vez que la compañía lo recibe, lo procesa y lo mete en unas capsulitas de acrílico. Así se convierte en un polvo blanco que se mezcla con tinta convencional para tatuajes. Como todo es microscópico, no debería alterar la forma en la que la tinta común y corriente se comporta en el organismo.

Además, dado que las capsulitas están selladas, su contenido no debería entrar jamás en contacto con el tejido corporal. Al no ser biodegradable, Everence no se absorbe, lo cual elimina el riesgo de ser detectado por el sistema inmunológico.

Según la patente de Mathiowitz y Duffy, se puede colocar cualquier cosa dentro de las capsulitas, "material biológico, arena, tierra, metal, agua de mar, agua bendita, polímeros sintéticos o biológicos, cenizas de cremación, cerámica, tejidos animales o vegetales o cualquier componente fisiológicamente compatible que tenga una significación personal", explican.

Por ahora, la tinta de los tatuadores es reconocida en los Estados Unidos como cosmética, es decir que no está regulada (aunque el FDA, el organismo del Estado a cargo, alerta a los consumidores sobre los riesgos potenciales de infecciones por tatuajes en general).

¿Qué va a pasar con Everence? "Todo se puede contaminar-reconoce Mathiowitz-. Pero nosotros lo entregamos de una manera que no está contaminado y con tatuadores experimentados no debería haber problema como no lo hay con las tintas comunes".

Las dudas

Igual, no todos están convencidos, y ven que se abre una caja de Pandora de conflictos legales y dilemas morales. "Por ejemplo, tu novio te es infiel y de ninguna manera quieres que tu ADN siga dentro de él, ¿qué pasa entonces? Ya hoy los tatuadores más serios piden a la gente que quiere poner en su cuerpo el nombre de su pareja que reflexione bien antes, porque las cosas pueden cambiar. Esto es llevarlo a otro nivel totalmente", explica Deborah Davidson, profesora de Sociología de la Universidad de York, en Canadá, y autora del libro The Tattoo Project: Commemorative Tattoos, Visual Culture, and the Digital Archive. 

Otra objeción es al precio. "Los tatuadores tienen derecho a hacer su negocio como cualquier otra persona, pero todo esto tiene el tufillo de estar apuntando a la gente que lo tiene todo, ya no sabe con qué más entretenerse, y caen en una especie de fetichismo del ADN", sostuvo.

Otros, por supuesto, cuentan los minutos para poder hacerlo. Everence va a tomar un número limitado de preencargos para calibrar la demanda. Y la compañía va a ofrecer planes de pagos a aquellos que no puedan afrontar todo el costo al mismo tiempo.

Desde su laboratorio en la Ivy League norteamericana, antes de salir para dictar clase, Mathiowitz, que se describe como una típica profesora de ciencia, dice por teléfono que todavía le cuesta creer estar trabajando en algo así. "Y todavía no lo probé en mí misma -concluye entusiasmada-, pero seguramente lo haga dentro de poco".