Bucarest. Los rumanos podrán revivir a partir de la semana que viene amargos y dolorosos recuerdos sobre el pasado socialista de su país cuando visiten la lujosa residencia privada de los dictadores Nicolae y Elena Ceausescu, abierta al público después de estar cerrado durante más de un cuarto de siglo.

Unas 300 personas decidieron acercarse al palacio ya este pasado sábado para visitarlo de forma gratuita, antes de que se abra oficialmente al público el próximo 19 de marzo a un precio de 30 lei (unos 7 euros).

Con sorna y rechazo muchos visitantes exclamaban un "¿y esto era el socialismo?" al contemplar boquiabiertos la ostentosa villa del autoproclamado 'Genio de los Cárpatos', con su exquisito inmobiliario adornado con regalos de diferentes jefes de Estado a lo largo de la segunda parte del siglo pasado.

"Se supone que la riqueza debería haber sido compartida entre la población en lugar de martirizar y castigar al pueblo hasta la miseria, al borde de la hambruna", dijo en declaraciones a Efe Razvan, un profesor de escuela de unos 60 años, que decidió ser uno de los primeros en ver cómo vivían los Ceausescu.

Sobre una superficie de más de 4,000 metros cuadrados se distribuyen unas 80 de habitaciones en esta residencia, construida a mediados de los años 1960 y conocida desde entonces como el "Palacio de la Primavera", situado en el distrito Primaverii de Bucarest.

Aparte de las habitaciones, hay una sala de cine, una piscina ensalzada de mosaicos con distintas figuras decorativas, un jardín de invierno con palmeras y mandarinos, hasta un salón de belleza y masajes, sala de música, un edén al aire libre y una bodega donde el llamado "Conducator" degustaba los vinos.

La residencia destaca por las lámparas de cristal de Murano, reconocibles por su grosor, la madera y la porcelana locales, pero también por el mármol natural puro.

El que se hacía llamar 'hijo amado' de los rumanos apostaba por los materiales naturales, ya que le tenía pánico a un posible envenenamiento con sus sustancias químicas por parte de sus enemigos políticos dentro y fuera del país.

En la piscina se ha habilitado ahora un espacio de exposición fotográfica permanente sobre la vida familiar en este palacio.

El dictador rumano y su esposa residieron aquí junto a sus tres hijos desde 1965 hasta la revolución que acabó con el fusilamiento de ambos el Día de Navidad de 1989.

Una de las salas que mayor expectación creó entre los primeros visitantes del palacete es el pasillo con un holgado tresillo donde solían tirarse Corbu y Sarona, los dos perros labradores de la familia Ceausescu, que vivían mucho mejor que cualquier ciudadano común en la Rumanía comunista.

Sin embargo, más de un cuarto de siglo tras el fin de las extravagancias de la dictadura comunista sigue habiendo cada vez más nostálgicos que reivindican la figura de Ceausescu.

Según encuestas de opinión del año pasado, más de un 40 % de los rumanos dicen que votarían al Conducator en unas elecciones presidenciales, mientras que más de la mitad de los rumanos dicen que bajo el comunismo se vivía mejor que ahora.

"Pese a la mejora de los datos macroeconómicos, el país sigue sufriendo una pobreza extrema, lo que genera desesperanza, incluso entre los jóvenes que no vivieron durante el régimen de los Ceausescu", explicó a Efe el historiador rumano Mihai Burcea.

"La añoranza comunista viene asociada a puestos de trabajo seguros, condiciones asequibles a la hora de comprar un apartamento y a que antes uno podía permitirse ir de vacaciones al litoral del Mar Negro con más facilidad que en la actualidad", agregó.