Un ataque suicida con explosivos afuera de uno de los sitios más sagrados del islam, en el que murieron cuatro efectivos de seguridad, y atentados similares en otras dos ciudades saudíes aumentaron los temores de una ola de ataques coordinados para desestabilizar al reino árabe.

El Ministerio del Interior dijo que otros cinco efectivos de seguridad resultaron heridos a causa del ataque perpetrado en el exterior del complejo de la mezquita donde está sepultado el profeta Mahoma en Medina.

Millones de musulmanes de todo el mundo visitan cada año la mezquita como parte de su peregrinación a La Meca.


Varios vehículos se incendiaron y columnas de humo espeso se elevaban desde el lugar de la explosión mientras miles de fieles atestaban las calles alrededor de la mezquita.

Ningún grupo se ha adjudicado alguno de los atentados.

Altayeb Osama, un sudanés de 25 años que visitaba Medina y reside en Abu Dhabi, dijo que escuchó dos grandes explosiones, con diferencia de un minuto, cuando se dirigía hacia la mezquita para las oraciones de la tarde.

Dijo que policías y camiones de bomberos acudieron al lugar en cuestión de segundos.

"Es muy alarmante que estas cosas sucedan en un lugar sagrado para los musulmanes, el segundo lugar más sagrado en el mundo. Este no es un acto que represente al islam", declaró Osama. "La gente jamás imaginó que esto podría ocurrir aquí".

La familia gobernante Al Saud adquiere enorme prestigio y legitimidad por ser custodia del hajj (el peregrinaje anual a La Meca) y de los sitios más sagrados del islam que se ubican en La Meca y Medina.

El atentado fue quizá un intento para socavar la tutela de esos lugares que dice tener la monarquía saudí.