La fiscalía peruana dijo el lunes que ordenó la captura de dos peruanos involucrados en el linchamiento de un canadiense de 41 años en una remota comunidad indígena amazónica a quien pobladores locales acusaban de asesinar poco antes a una reconocida curandera de la zona. 

El jefe de los fiscales de la región Ucayali, Ricardo Jiménez, dijo a la radio peruana RPP que se ha pedido la detención de José Ramírez y de Nicolás Mori, a quienes los investigadores señalan como los asesinos de Sebastian Woodroffe, quien vivía en la remota comunidad y buscaba convertirse en consejero para adicciones usando la medicina tradicional alucinógena. 

Comentó que Ramírez y Mori fueron identificados en un video grabado con un teléfono celular que mostraba cómo el jueves dos hombres ataban una cuerda al cuello de otro que sentado en una zona enlodada imploraba por su vida. Los hechos ocurrieron en Victoria Gracia, comunidad de la etnia Shipibo-Konibo, en el distrito de Yarinacocha, al noreste del país. 

El video, difundido por medios locales, mostraba después a los dos hombres arrastrando varios metros al canadiense, que luego de un tiempo quedó inmóvil. 

Antes de su muerte, un grupo de vecinos de Victoria Gracia acusó a Woodroffe de asesinar de dos disparos a la reconocida curandera Olivia Arévalo, de 81 años, reconocida a nivel estatal por difundir la medicina tradicional y los cantos sagrados de su pueblo. El cadáver de Arévalo quedó tendido en las afueras de su domicilio. 

"No vamos a permitir la justicia por las manos de personas que creen tener la razón", dijo el fiscal. 

El sábado la policía halló el cadáver de Woodroffe en una zona alejada de Victoria Gracia y lo llevó a la morgue local donde se le han realizado pruebas de absorción atómica para determinar si el canadiense asesinó a la curandera. 

Cada año turistas extranjeros viajan a la Amazonía para experimentar con la ayahuasca, brebaje alucinógeno elaborado con plantas nativas. Tribus indígenas de Brasil, Perú, Ecuador y Colombia lo consideran una cura para varias dolencias, pero también es cada vez más consumido por quienes buscan experiencias que alteren la mente, a veces con consecuencias mortales. 

En 2015, un canadiense apuñaló fatalmente a un inglés después de que los dos bebieran ayahuasca en una ceremonia espiritual a unas horas en auto de donde mataron a Woodroffe.