SALGAR, Colombia. Rescatistas en Colombia buscaban más cuerpos el martes en el poblado de Salgar, donde un alud provocado por fuertes lluvias devastó la localidad y se llevó por delante viviendas y habitantes con un saldo parcial de al menos 62 muertos y varios centenares de damnificados.

La avalancha de barro y escombros arrasó la localidad montañosa de Salgar, en el departamento de Antioquia, la madrugada del lunes. Las autoridades han dicho que hay un número indeterminado de desaparecidos.

Carlos Iván Márquez, director general de la estatal Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, dijo el martes temprano a The Associated Press que también hay 37 heridos y 333 damnificados.

La noche del lunes y el amanecer del martes fueron momentos de incertidumbre en Salgar. No paró de llover un instante y los habitantes del pueblo temieron porque eventualmente una nueva avalancha los sorprendiera. Apenas despuntaron los primeros rayos del sol los salgareños salieron de sus casas a seguir buscando a sus seres queridos.

Héctor Raúl Henao, un agricultor de 53 años, en medio del llanto, le contó a la AP que perdió a su hijo de 20 años, a su nuera de 15 y a su nieta de sólo dos meses.

"Perdí más de media vida. Yo hubiera querido ser el muerto, pero Dios lo quiso así", comentó Henao, quien observó que el sector donde fallecieron sus tres familiares fue uno de los más afectados por el deslave. Allí hubo 28 muertos y, según Henao, tiene que haber más cadáveres en medio del lodo y la tierra.

El momento de la avalancha, al decir de Henao, "es algo que no se imagina nadie, es algo indescriptible. Cuando yo sentí el traquido parecía el fin del mundo. Cuando logré abrir la puerta, el agua estaba casi encima de la casa. Entonces nos logramos volar por la parte de atrás, por una barranca".

Su hijo, su nuera y su nieta no estaban en ese momento con él y por eso murieron. Sus otras dos hijas se salvaron porque no vivían en Salgar. Pero casi todos sus amigos sí perdieron la vida.

La tragedia de Salgar -a 265 kilómetros al noroeste de Bogotá- parece ser el incidente con más muertos en Colombia desde 1999, cuando un terremoto causó más de 1,000 muertos en la ciudad de Armenia. Una oleada de inundaciones durante la temporada de lluvias de 2011 cobró más de 100 vidas.

Otros sobrevivientes en Salgar contaron cómo se despertaron tras un fuerte estruendo y por los gritos de los vecinos. Muchos apenas pudieron reunir a sus seres queridos y salir del paso del torrente de piedras y lodo que destrozó casas y puentes en la quebrada la Liboriana.

"La avalancha arrasó con todo", contó Diego Agudelo, que trabaja como albañil. Añadió que el río se llevó por delante parte de su vivienda.

Decenas de rescatistas respaldados por helicópteros Black Hawk evacuaron el lunes a residentes próximos a la quebrada por temor a otro deslave. Un camión de bomberos fue visto llevándose a varios cuerpos cuyos pies descalzos colgaban de un maletero abierto.

El presidente Juan Manuel Santos, que viajó a la localidad para supervisar las labores de rescate, indicó que varios niños perdieron a sus padres en la tragedia y que los cuerpos de los fallecidos tenían que ser trasladados a Medellín para su identificación.

El mandatario prometió reconstruir las viviendas perdidas y proporcionar refugio y asistencia a las más de 300 personas que se habrían visto afectadas por el alud.

La accidentada orografía de Colombia, ubicada en una zona con actividad sísmica en el extremo norte de los Andes, combinada con la mala calidad de las construcciones, hace de la nación una de las más propensas a los desastres en Latinoamérica.

Más de 150 catástrofes han sacudido el país en los últimos 40 años, cobrándose más de 32,000 vidas y afectando a más de 12 millones de personas, según el Banco Interamericano de Desarrollo.

"Le dije a mi esposa 'abracémonos y esperemos que Dios nos salve''', dijo el residente Jorge Quintero a la televisión RCN. Describió cómo quedó atrapado entre dos Corrientes que se llevaron por delante dos viviendas a ambos lados de la suya. "Sé que Dios nos echó una mano porque aquí estamos, vivos, todavía con miedo, pero vivos".