Varios coches bomba estallaron el domingo con diferencia de minutos entre sí en Bagdad y sus alrededores, especialmente en zonas chiíes, matando a por lo menos 28 personas y dejando decenas heridas, informaron funcionarios iraquíes.

Los ataques del domingo se produjeron en medio de la creciente discordia sectaria en Irak. Las explosiones, sobre todo en mercados al aire libre, ocurrieron al comienzo de la semana laboral en Irak y parecían destinadas a causar el mayor número de muertes entre los residentes, ocupados en sus compras matutinas.

La violencia en Irak ha caído desde que las luchas sectarias alcanzaron su punto máximo en 2006 y 2007, pero los insurgentes siguen lanzando ataques letales de manera frecuente contra las fuerzas de seguridad y los civiles en un intento por socavar al gobierno liderado por los chiíes.

Nadie se atribuyó de inmediato la responsabilidad por los ataques, pero otros similares han sido orquestados por extremistas suníes, como el brazo local de Al-Qaida. El grupo, conocido como Estado Islámico de Irak, apoya los ataques coordinados y en gran escala. Con frecuencia ataca a los musulmanes chiíes.

Funcionarios de la Policía y hospitales dieron el número de muertos. Agregaron que más de 80 personas resultaron heridas en las explosiones. Las autoridades hablaron a condición de guardar el anonimato por no estar autorizadas a hablar con periodistas.

Los ataques, casi al finalizar la mañana del domingo, comenzaron con el estallido de un automóvil cargado de explosivos estacionado en el distrito chií de Ciudad Sadr. Otros dos coches aparcados estallaron más tarde en otras partes del barrio pobre.

Hubo otras explosiones en el barrio bagdadí de al-Amin, en un mercado al aire libre en Husseiniya, al noreste de la capital, y en la zona de Kamaliya, en los suburbios del este de Bagdad.

A medida que aumenta la violencia sectaria, la comunidad suní de Irak ha protagonizado manifestaciones semanales desde fines de diciembre en protesta contra el gobierno, encabezado por el primer ministro chií Nuri al-Maliki. Los manifestantes han rechazado los llamamientos a la violencia y se han distanciado de grupos extremistas como al-Qaida.